Pierce Brosnan tiene un mes de mayo lleno de celebraciones. El día 16 cumplirá 70 años, una fecha redonda para el actor, conocido por su interpretación como James Bond y, hace más de 30 años como el detective Remington Steel, la serie con la que se dio a conocer y batió récords de audiencia.
Convertido ya en una mega-estrella y con una carrera aceptable como productor, Brosnan es también un feliz padre de familia. Después de enviudar de su primera mujer, fallecida a causa de un cáncer, desde hace varios años está casado con Keely Shaye Smith. Precisamente, ha sido la graduación de Paris, el menor de sus hijos, donde hemos podido ver de nuevo al matrimonio.
Paris, se ha graduado en la universidad a los 22 años. El joven ha terminado su formación en cine y televisión, sector que conoce bien por la actividad de su padre. Paris, que recientemente ha protagonizado junto a su hermano Dylan la campaña de la colección de primavera-verano de Tommy Hilfiger, ha puesto el broche de oro a su formación universitaria este primer fin de semana de mayo. Lo ha hecho en una gran fiesta al aire libre junto a sus padres y otros compañeros de curso. "Querido París. Felicidades, de corazón, por tu graduación en la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Loyola Marymount. Entra en el mundo con un corazón valiente y crea historias que harán del mundo un lugar mejor", ha escrito el protagonista de 'GoldenEye' a su hijo.
Su madre, Keely, de 59 años, también ha aprovechado la oportunidad de felicitar a su segundo hijo, a quien ha confesado públicamente "el orgullo que siento por la increíble pasión y talento que posees": "Ve y haz cosas buenas. Un hombre se convierte en lo que sueña... Sueña bien", ha apuntado junto a dos instantáneas de la ceremonia. En ellas aparece el joven luciendo el birrete de graduado en su cabeza, así como la toga negra de graduación con detalles en azul y rojo, el collar de flores a conjunto con el de su madre y el diploma en su mano.
Desde hace unos años, graduarse se ha convertido en algo más que una costumbre social, en algo más que el fin de unos estudios. La ceremonia de un acto de Graduación, en cualquiera de las etapas, encierra un profundo valor simbólico que, al repetirse cada año, ha llegado a convertirse en un rito, algo de lo que parece necesitada nuestra sociedad.
Desde el punto de vista de la psicología, graduarse se integra en los ritos de tránsito. Para los estudiantes universitarios o de fin de ciclo significa cerrar una puerta por la que han tenido acceso no solo al estudio, sino también a experiencias vitales importantes: el nacimiento de amistades o amores, los primeros encuentros con la frustración y también la alegría de los objetivos conseguidos. Por eso, en medio de una celebración alegre, hay algo de nostalgia, aunque la nueva etapa venga acompañada de compañeros nuevos, contextos distintos, risas y lágrimas diferentes. Graduarse supone abandonar aquello en lo que se ha invertido tiempo, trabajo e ilusión. Pero el sentimiento de pérdida es inevitable, ese que surge cuando se es consciente de que no hay vuelta atrás y de que esos días ya no volverán. ¿No es esa la primera señal de que se inicia la vida adulta?