En el vasto y diverso reino animal, los patrones de coloración de la piel o el pelaje son una de las manifestaciones más visibles de la genética en acción. Los gatos tricolores, sin ir más lejos, con su mezcla única de tres colores distintos en su pelaje, son una de las respuestas al enigma de cómo los cromosomas y los genes dictan la estética de un animal. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué la mayoría de estos gatos tricolores son hembras? Acompáñanos mientras desentrañamos la respuesta.
Los colores del pelaje en los gatos están determinados por los genes que residen en los cromosomas X. Mientras que las hembras tienen dos cromosomas X (XX), los machos tienen un cromosoma X y un cromosoma Y (XY). Ahora bien, para que un gato tenga un pelaje tricolor, necesita al menos dos cromosomas X diferentes, cada uno con información genética para un color diferente. Es por eso que los gatos tricolores son casi siempre hembras, ya que tienen dos cromosomas X que pueden albergar la variedad de genes de color necesaria.
Existe una pequeña posibilidad de que nazca un gato macho tricolor. En concreto sería 1 de cada 3.000 gatos tricolores nacidos, y además la probabilidad de que sea infértil y tenga problemas de salud este espécimen es bastante elevada. De esta forma el 99.96% de los gatos tricolor son hembras, y los que no lo son se debe a una anomalía genética que consistiría en la aportación de más de dos cromosomas.
Esta relación entre los cromosomas, los genes y el color del pelaje es un recordatorio de cómo la genética afecta a todos los aspectos de la biología de un organismo, desde su apariencia hasta su salud y comportamiento.
Al menos esto es lo que dice la ciencia, ya que si nos gusta fantasear y creemos en las leyendas, hay una que explica como aparecieron los gatos tricolor hace ya cientos de años:
Cuenta la leyenda que hace cientos de años, más concretamente en el siglo XII y en un monasterio del Tíbet, los monjes del aquel lugar no lograban ponerse de acuerdo respecto a ciertas creencias teológicas, con lo que sus discusiones eran frecuentes. Para llegar al fin a una solución que conforte sus diferencias e hiciera que la armonía volviera a reinar en el monasterio y entre los monjes, decidieron hacer ayuno de tres días.
Al terminar el ayuno, y sin llegar aún a ningún tipo de acuerdo, apareció en la puerta del monasterio una cesta de mimbre que contenía a una gata tricolor con un par de crías, que también portaban los mismos y vivos colores de la madre. Los monjes adoptaron a estas gatitas, pues las consideraron como una ofrenda. El cuidado de estos animales ocupó su mente y corazón durante días, semanas y meses haciéndolos olvidar las inútiles discusiones anteriores.
Con el tiempo uno de los monjes reflexionó sobre el bienestar que había causado la llegada de las gatas en el monasterio, realizando un nuevo ayuno de tres días para reflexionar sobre el tema. En el amanecer del cuarto día el monje más joven del monasterio anunció conocer el secreto de esta familia de gatos.
El monje había llegado a la conclusión de que el patrón tricolor del pelaje de aquellas gatas tenía un significado divino: los colores blanco y negro representaban el ying y el yang, que se refiere a la lucha de dos partes opuestas y complementarias, pero interconectadas, mientras que el color naranja arenoso representaba el color de la tierra, donde viven los seres humanos. De esta forma lo que esto representaba era que los seres humanos podían ser tolerantes con sus diferencias y en vez de discutir podían unir sus pensamientos, para vivir en armonía.
Descubrir el mundo desde la perspectiva genética nos permite apreciar la complejidad y la belleza inherente en la diversidad de la vida. Los gatos tricolores son un maravilloso ejemplo de cómo los pequeños detalles genéticos pueden traducirse en manifestaciones visuales únicas y encantadoras. En conclusión, la predominancia de las hembras en el espectro tricolor de los gatos es un fascinante baile de cromosomas y genes. Cada gato tricolor es un lienzo viviente que lleva consigo una historia genética que nos invita a explorar las maravillas de la vida a través del prisma de la genética.