Nuestros nombres dicen mucho de nosotros, queramos o no. También de la sociedad, de las modas y de sus vaivenes. Desde hace milenios el nombre es nuestra primera seña de identidad, pero las listas de los más frecuentes a lo largo de los años también sirven para diseccionar la evolución sociológica de un país. Y en España hay una serie de nombres clásicos, como Antonio, María del Carmen, José, María o Juan, que están llegando a su jubilación, no porque no sean todavía abundantes, sino porque la tasa de reposición va muy en su contra.
Aún hoy hay más de medio millón de españoles que responden al nombre de José, pero solo el 2,5% de ellos han nacido en el siglo XXI. Lo mismo pasa con otros nombres clásicos como Dolores, Concepción o Juana. Su edad media se acerca a los 70 años. No es de extrañar que se asocien a nombres de abuelas. Si se mantiene la progresión, apenas quedará rastro de ellos en 20 años.
Si echamos un vistazo al último informe publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), dos nombres clásicos pero que no parecen pasar de moda son los más frecuentes entre los recién nacidos del año pasado: Martín (3.224) y Lucía (3.539), por delante de Mateo (3.132), Hugo (3.074), Sofía (2.899), Leo (2.752), Martina (2.651) y Valeria (2.580).
Que el nombre de Lucía haya sustituido al de María en las preferencias de los españoles en un lapso de 20 años puede explicarse por la separación cada vez mayor del mundo religioso de la sociedad. Los principales referentes ya no pertenecen al santoral ni a la advocación mariana. La popularidad de los nombres sin santo ha aumentado rápidamente este siglo. Cada vez más niños, si desean celebrar su santo, tienen que hacerlo el 1 de noviembre, día de Todos los Santos.
Durante muchos siglos los españoles hemos tendido a bautizar a nuestros hijos con nuestro mismo nombre, sin importar que tener a dos personas viviendo en la misma casa con el mismo nombre condujera a confusión, pero ese criterio ha dejado paso a su opuesto: cuanto más original, mejor.
Aunque al final, la presunta originalidad también termine convirtiéndose en tendencia. Muchas veces eso lo marca la cultura pop del momento, o las modas imperantes. Hace unos años, en el momento de mayor popularidad de la serie 'Juego de tronos', se puso muy en boga el nombre de Daenerys. En 2024, se espera que sean nombres populares Bárbara, por la película 'Barbie'; Carlos, por el tenista Carlos Alcaraz; Lionel; por Messi, o Carlota, por 'La reina Carlota', de Netflix.
Lo que también puede ocurrir es que algún nombre clásico vuelva a ponerse de moda por la vía de la resignación. Por ejemplo, Leonor, un nombre antiguo, en decadencia a principios de este siglo, ha tenido un repunte importante debido a que es el nombre de la Princesa de Asturias. Ahora y siempre, las clases altas suelen ser modelo de la clase trabajadora, de modo que sus nombres tienden a popularizarse, pero más allá de algunas excepciones, los nombres clásicos están condenados a desaparecer, al menos durante algunas generaciones.