"No soy madre, pero soy otras muchas cosas: mujer, profesional, amiga, deportista, creativa, independiente, sensible, sintiente. Tener hijos no me completa como mujer. Es ser yo misma, con todas mis luces y todas mis sombras, lo que me hace completa. Y eso pasa por aceptar, sin dramas y con paz, una parte de mi realidad, la de que no tengo hijos y no los tendré nunca... y que todo está bien". Quien escribe esto es Mamen, de 48 años, y su testimonio lo recoge la terapeuta Gestalt Míriam Aguilar en '¿Y ahora qué?', un libro que reflexiona sobre "la no maternidad por circunstancias".
Hablamos con la autora, una de tantas mujeres que no eligieron voluntariamente no ser madres. "He querido dar visibilidad a este proceso que yo misma he vivido, contar mi propio duelo y cómo descubrir la mujer que soy y soltar la que un día quise ser me ha ayudado a sanar heridas". El libro es fruto de su trabajo en talleres y círculos de mujeres que están transitando experiencias de este tipo, "pero es también fruto de mi experiencia personal". Aunque no se alegra de lo que le sucedió, sí celebra lo que fue capaz de hacer con ello.
Míriam tiene 46 años y vive en Barcelona con su marido y su gata. Durante ocho años intentó ser madre. Después de cuatro pérdidas gestacionales y de haber recurrido a la reproducción asistida sin éxito, asumió la no maternidad. Recuerda el duelo tras su primer aborto involuntario como una montaña rusa emocional: rabia, envidia hacia las amigas o conocidas que se quedaban embarazadas sin más, tristeza y el temor a que se repitiera. Su honestidad a la hora de describir su no maternidad está resultando muy valiosa para aquellas mujeres que viven este mismo duelo de manera silenciosa, solitaria y a menudo incomprendida. Ayuda a mujeres como la escritora Alaine Aguirre, que ha prologado su libro. "Prometía que el dolor se podía digerir, revestir, colocar. Cuando conocí a Míriam, todavía sentía lejanas esas palabras, pero intuía que algún día podría llegar a habitar ese sosiego. Hoy por fin puedo decir que escribo estas líneas desde ese lugar, pero no hace mucho que me desvestí el duelo", relata en '¿Y ahora qué?'
En España, según los datos que aporta la autora, alrededor del 17% de las parejas tienen dificultades reproductivas. "Frente a la imposibilidad de concebir o gestar de forma natural, muchas personas recurren a la reproducción asistida, pero las tasas de éxito no siempre son tan altas como prometen algunas clínicas privadas". Aparte de las causas biológicas y fisiológicas, Míriam se detiene también en la llamada infertilidad social, aún más invisible. Afecta a mujeres que, durante sus años fértiles, no han tenido posibilidad de buscar un embarazo, bien por circunstancias socioeconómicas, bien por falta de una pareja y el deseo de no ser madre en solitario.
Míriam se prometió a sí misma que un día escribiría sobre el proceso y las dificultades vividas intentando ser madre. "Lo haría cuando tuviera a ese bebé tan deseado conmigo. Pero ese día nunca llegó. Empecé a visibilizar mi historia de no maternidad después de tomar la decisión de dejar de intentar ser madre. Lo hice porque me di cuenta de que mi historia, que es la de muchas otras personas, también merece ser contada, aunque no terminara como yo quería". Esa fuerza que creyó que encontraría en otra persona la tiene ya en ella misma. Ha llegado a amar su vida tal como es hoy una vez que ha dejado atrás ese deseo. "Con amor. Sin más reproches, sin más culpas, sin arrepentimiento. Con amor y abierta a seguir viviendo una vida que no será menos maravillosa por no haber sido madre".
"Es aquella que no se concreta pese a haber existido el deseo y, en muchas ocasiones, años de búsqueda de un embarazo, incluso con pérdidas gestacionales en el proceso, que nos dejan a las puertas de esa maternidad deseada", indica Míriam. Pudo ser por un problema de infertilidad o porque nunca tuvieron oportunidad de intentarlo. Da igual el motivo, "es dolorosa siempre" porque había un deseo que ha terminado frustrado.
El relato social, muchas veces basado en la cultura del "tú puedes" no ayuda. La autora habla con detalle de cómo hay mujeres que intentan sin límite todo lo que está a su alcance. "Hay cosas que no están bajo nuestro control, sin importar lo decididas que estemos ni los recursos que tengamos a nuestra disposición". Y esa imposibilidad genera, según cuenta, una crisis vital: "Te has estado proyectando como una mujer-madre, y esa parte de ti no se va a desarrollar. Hay días en que ya no sabes ni quién eres. Has estado tanto tiempo en la zona de la imaginación, en ese futuro hipotético, tan enfocada en lo que querías que pasara, que el presente se te ha escapado".
Culturalmente, escasean los referentes que ayuden a romper el tabú. Míriam menciona algunas películas que se apartan de los tópicos, como 'Vida privada' y 'Only You' . "Pero nadie narra historias como las nuestras y, cuando aparecen, suelen ser negativas. Necesitamos contar historias que reflejen la diversidad de experiencias y elecciones de las mujeres, referentes reales, mujeres de carne y hueso que tengan vidas con las que nos podamos identificar".
Si se ha decidido a compartir todo esto es poque está convencida de que "la no maternidad por circunstancias necesita menos juicio y más apoyo por parte de la sociedad". Y romper el tabú que aún persiste exige que alguien hable y que alguien escuche. "Si la infertilidad ya es un tema tabú, la decisión de dejar de intentar ser madre lo es aún más. En mi caso, esta elección trajo alivio a mi vida. Sin embargo, al hablar de ello me he sentido muy juzgada, porque para muchos sentir alivio restaba valor a todo mi esfuerzo y deseo por ser madre. Percibir la condena social me llevó a comprender que es necesario hablar de esto, porque dejar de intentar tener hijos también es una opción válida. Las mujeres tienen derecho a decir hasta aquí sin ser cuestionadas". Ha descubierto, además, ese mismo alivio en otras mujeres, pero en muchas otras lo que ha detectado es sentimiento de culpabilidad, vergüenza y debilidad.
Para esta terapeuta catalana fue decisivo el día en que tomó consciencia de que tenía el poder de decidir hasta cuándo seguir intentándolo y qué era lo que estaba dispuesta a hacer o no por ser madre. "Experimenté una gran sensación de paz. Tenía el poder de elegir y con esa certeza supe que todo iría bien, sin importar lo que ocurriera. Tú y solo tú, acompañada por tu pareja, si es así como estás transitando esta experiencia, eres quien decide si seguir este camino y cómo".
Eliges, dice Míriam, empezar de nuevo. "Elegir lo que nos hace bien es un acto de amor. Aceptar es reconocer tus necesidades, tus límites, y abrazarlos muy fuerte, sin juzgarlos". Y recurre a Jung cuando dice "lo que niegas te somete, lo que aceptas, te transforma". La idea de que tienes que ser madre a toda costa, de que es el único camino posible para tu felicidad y bienestar, te somete y te encierra en ese pensamiento, impidiéndote ver más allá y abrirte a otras posibilidades de vida.
"Es una herida que gradualmente irá sanando y se convertirá en cicatriz. Las cicatrices forman parte de nosotras. La mía me permite estar escribiendo este libro hoy, con la esperanza de que en algún momento veas por ti misma que detrás de toda esta oscuridad hay luz". Está convencida de que el miedo se debe a lo que para la sociedad significa una mujer sin hijos. "Sin estos prejuicios y presiones sería mucho más fácil aceptar la no maternidad, sea por circunstancias o por elección. Y ese amor que había reservado para mis hijos está disponible ahora para otros seres, incluida yo misma. Es un momento ideal para conectar con lo que deseas para ti, para quedarte con lo que te gusta y te da bienestar, y deshacerte de lo que no". Míriam hace suyas estas palabras de Gloria Steinem, periodista, escritora e icono del feminismo: "No todo el que tenga un útero tiene que tener un hijo, así como no todo el que tenga cuerdas vocales tiene que ser cantante de ópera".