Tienes 65 y por fin llega la hora de la jubilación. Tiempo libre, nuevas metas, estudiar idiomas, nuevas inquietudes y, también, echar una mano a la familia. Tus hijos acaban de tener niños y después de las bajas de maternidad o paternidad, en muchas ocasiones surge el dilema del cuidado. ¿Guardería o abuelos? Cada familia es un mundo, unos prefieren lo primero, otros lo segundo sin dudarlo, pero de ser así, ¿te mereces un sueldo por cuidar de los pequeños? La polémica está servida. Una abuela australiana le ha pedido a su hija 10 euros la hora por hacerse cargo de su nieto, alegando que ella no es una guardería y que renuncia a su tiempo.
Así lo ha explicado la mujer al The New Zeeland Herald, el diario que ha recogido la historia. "Tengo mi propia vida, trabajo para mí y creo que ella debería entender que estaría renunciando a mi tiempo de trabajo desde casa. Por eso, necesito dinero", argumenta. Su hija ha accedido sin problema a pagarle un sueldo, además de todos los gastos que ocasiones el niño, pero le ha pedido que se lo rebaje de 10 a 8 euros porque asegura que no puede pagar ese precio.
Pero su madre no cede. Afirma que adora a nieto y que le encanta pasar tiempo con él pero que, si su hija quiere que le cuide ocho horas diarias durante dos o tres días a la semana, de 7.30 a 15.00, ese es su precio. Las redes sociales han ardido con esta historia que tiene defensores y detractores. Algunos consideran que el sueldo es solo una excusa para no tener que ayudar a su hija, otros están de acuerdo, pero en su mayoría piensan que el sueldo es excesivo. "No es justo. Es lo que cuesta una guardería, un centro certificado con personas cualificadas. ¿Por qué consideras que mereces lo mismo que los que se han formado para ello cuando, además, solo cuidas a uno y no a muchos?"
Este es solo uno de los ejemplos que han salido a la luz a raíz de la noticia, pero realmente abre un debate sobre el cuidado de familiares. Una tarea que tradicionalmente recae sobre en el lado femenino de la familia, tanto si hablamos de niños como de ancianos, y que no tiene la visibilidad que se merece en una sociedad que lucha a diario por la igualdad y la paridad. Hemos preguntado a cuatro abuelos sobre qué les parece la iniciativa de esta mujer y las respuestas son dispares.
Concha tiene 64 años y está deseando de que llegue febrero para poder jubilarse. Tiene dos nietos de dos años y ella es autónoma. Por el momento los pequeños están en la guardería porque ella no tiene un horario fijo con el que poder encargarse de ellos, pero lo tiene claro: "A mí me encantaría empezarme a hacer cargo de ellos. Lo mismo con estos ya no puedo, sobre todo por la situación actual y porque el próximo año ya van al colegio, pero seguro que lo haré con los de mi hija pequeña. Mis padres me ayudaron y ahora yo voy a hacer lo mismo. ¡Ah! Y lo del sueldo me parece una barbaridad. Entiendo una ayuda por la comida o los pañales, pero si yo dispongo de tiempo no es para cobrarles a mis hijos".
Juan Ángel no las tiene todas con él. Es funcionario en la administración pública de Toledo y valora mucho su tiempo libre. "Creo que los niños deben estar en una guardería. Llevo esperando la jubilación muchos años y realmente quiero tiempo para mi. Poder leer, viajar – cuando la pandemia lo permita- , me gustaría también aprender algún idioma y claro que pasar tiempo con mis nietos, pero no por obligación, por devoción. No me importa cuidarlos, jugar con ellos, pero como un nuevo trabajo, me parece demasiado. En cualquier caso, si tuviera que hacerlo, jamás cobraría por ello", asegura.
Carmen y José son de otra generación. Ellos ya están entrados en los 90 y durante su vida han cuidado de sus dos nietos, pero de forma diferente. El primero les pilló trabajando y solo pasaban un par de horas con él cuando sus padres lo necesitaban. La segunda fue diferente. Ellos ya estaban jubilados y querían hacerse cargo de la pequeña.
"Para nosotros fue un soplo de aire fresco tras cerrar el negocio. Estábamos desanimados y ella llegó para alegarnos la vida. La tuvimos a diario hasta que comenzó el colegio y luego venía a comer a casa y la recogíamos para llevarla a las extraescolares. Son unos años que no cambiaríamos por nada. Sus padres no nos pagaban, evidentemente, pero es cierto que nos hacía la compra de vez en cuando y cuando la niña era pequeña los biberones y papillas listas. No necesitábamos un sueldo, solo queríamos su amor”.