Ayer a media mañana se conocía la noticia del fallecimiento del periodista Jesús Mariñas, pionero de la crónica social en España, a causa de un cáncer de vejiga que padecía desde hace meses y que debido a unas complicaciones derivadas del tratamiento que tomaba le llevaron a estar hospitalizado en las últimas semanas. Amigos y compañeros de profesión han llorado la muerte del periodista de 79 años, que tendrá una despedida íntima, ya que dispuso que quería ser incinerado y, pese a estar en el tanatorio, no habrá velatorio.
Según varios medios, una de las últimas voluntades del que fuese colaborador de Tómbola o Sálvame que compartió con sus seres queridos, como su marido, el fotógrafo Elio Valderrama, es que no hubiese velatorio en el que se pudiese acudir a despedirlo antes de ser incinerado, como dispuso. La cremación tendrá lugar hoy, en el tanatorio de Tres Cantos en Madrid donde se encuentran sus restos mortales, que posteriormente serán trasladados a La Coruña para descansar junto a su madre.
Tras el fallecimiento de una persona, son sus familiares más cercanos los que se encargan de las gestiones para su despedida. Por lo general, la mayoría de las personas cuenta con un seguro de decesos gracias al cual es más sencillo cumplir las últimas voluntades del fallecido, que también puede haberlas dejado apalabradas o por escrito a la familia. En el caso del velatorio, aunque es lo normal, lo cierto es que no es obligatorio contratar este servicio, como el caso de Jesús Mariñas.
Cuando se contratan los servicios funerarios hay que decidir si se quiere hacer un entierro o incinerar el cuerpo, si habrá ceremonia de despedida o si habrá velatorio, así como otros complementos, como las flores o el féretro. El periodo mínimo entre el instante de la muerte y el entierro o incineración es de 24 horas, aunque puede alargarse hasta las 48 horas, pero en pocas ocasiones se alarga más de ese tiempo, solo en casos de fallecimiento por causas repentinas o violentas que pasen a ser muerte judicial o si una autopsia se retrasa.
Por tanto, si así lo dispone por escrito o lo apalabra el fallecido, se puede no hacer un velatorio si ese era su deseo, tal y como ha pasado con el periodista, que pidió en sus últimas voluntades una despedida íntima antes de ser incinerado y trasladar posteriormente sus cenizas a su ciudad natal.