La NBA, el baloncesto y todo el deporte se viste de luto tras la muerte de Bill Russell, una de las mayores leyendas de la liga norteamericana de baloncesto, a los 88 años. Su legado en el deporte es indiscutible, es el jugador con más anillos de la NBA, 11 en total, y bajo su posición de líder de los Celtics logró guiar a su equipo a ganar 11 campeonatos en 13 años, disputando diez finales y ocho títulos consecutivos entre 1956 y 1969. Russell fallecía este domingo en su casa, según ha informado su familia, que no ha dado a conocer la causa de la muerte.
Adam Silver, el comisionado de la NBA, ha publicado una emotiva carta en la que expresa que “Russell fue el mayor campeón de todos los deportes de equipo. Las innumerables distinciones que obtuvo en su histórica carrera con los Boston Celtics, incluyendo 11 campeonatos y cinco MVP’s, solo comienzan a contar la historia del inmenso impacto de Bill en nuestra liga y en la sociedad en general”, expresaba.
Sin embargo, la figura de Russell fue mucho más allá del deporte, algo que Silver también destaca en su comunicado, señalando que representa “los valores de la igualdad, respeto e inclusión que imprimió en el ADN de nuestra liga. En el apogeo de nuestra liga abogó por los derechos civiles y la justicia social, un legado que transmitió a generaciones de jugadores de la NBA que siguieron sus pasos”.
Su papel en el deporte no solo quedó dentro de la cancha, también fuera. En los años 60 Russell se convirtió en entrenador, una década en la que precisamente surgieron movimientos por los derechos sociales para terminar con la segregación racial en zonas del sur de Estados Unidos, él era originario de Luisiana.
En 2010, el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, le entregó la Medalla de la Libertad mientras afirmaba que “ningún otro deportista de su época definió la palabra ganador como Russell”, recordando también que, junto a Martin Luther King y Muhammed Ali, luchó por la dignidad y los derechos de los afroamericanos. Un restaurante llegó a negarse a servir a los jugadores negros de los Celtics, así que “él se negó a jugar en un partido, soportando insultos”, rememoró el expresidente.
Uno de los muchos gestos que tuvo Bill Russell fue cuando en 1963 un activista de los derechos afroamericanos, Medgar Evers, fue asesinado en su casa de Mississippi por un supremacista blanco, Byron de la Beckwith. En aquel momento, el de los Celtics había ganado su quinto título y su tercer MVP consecutivo y decidió ir hasta Jackson, capital del Estado, donde abrió el primer campamento de baloncesto para blancos y negros en un momento en el que la segregación racial era total, los negros no podían utilizar los mismos baños que los blancos, por ejemplo.
En un comunicado, su familia ha querido destacar esta parte de él. “Bill señalaba las injusticias con una sinceridad implacable, con la que esperaba alterar el status quo y con un poderoso ejemplo, aunque no era su intención, inspiraba a trabajar en equipo de forma desinteresaba y para lograr el cambio”.
Sin embargo, y pese a su buen hacer en el campo, fuera de él era complicado acercarse a él, aun siendo fan del jugador, ya que no solía dar autógrafos y ni satisfacer a sus seguidores con una mano o un abrazo, a lo del selfie le quedaban unos cuantos años para llegar. No solo eso, hasta como entrenador no daba entrevistas.