La depresión, el rival más duro del deportista: "Muchos no se atreven a pedir ayuda porque lo ven una debilidad"

  • Analizamos este problema de salud mental en el deporte, que también existe aunque cueste reconocerlo

  • Andrés Iniesta no ha sido el único en hablar de ello: también otros como Álex Abrines, jugador de baloncesto, o Michael Phelps, leyenda olímpica de la natación

  • Un informe de FifPro (Federación Internacional de Futbolistas Profesionales) reveló que un 38% de jugadores pueden llegar a experimentar un cuadro depresivo

Tyrell Terry tiene 22 años y hasta hace solo unos días era jugador de la NBA. Ha decidido poner punto y final a su carrera por problemas de ansiedad. No es el primer deportista ni será el último en anunciar algo así. La lista es larga. Los problemas de salud mental están a la orden del día en el mundo del deporte de élite. Algunos, como Tyrell, se ven obligados a tomar una decisión tan dura como dolorosa para curarse y encontrar su camino de nuevo. Otros ocultan sus problemas hasta llegar a desenlaces fatales, como sucedió con el atleta Yago Lamela, el futbolista Robert Enke, el ciclista Chaba Jiménez o el waterpolista Jesús Rollán. 

Afortunadamente, la sociedad, no sólo en el ámbito del deporte, es más consciente de que la salud mental es tan importante o más que la física, y paso a paso se va acabando con un tabú que nos persigue y al que aún no hemos logrado dejar definitivamente atrás. 

El deporte, por su exposición mediática y la relevancia que tiene en el día a día, es un escaparate idóneo para analizar este tipo de situaciones. Y más aún cuando hay por medio uno de los grandes hitos a nivel global como es la Copa del Mundo de fútbol. Un evento así centra las miradas de millones de personas, lo que redunda en una presión indescriptible para los protagonistas. 

Andrés Iniesta, héroe de la selección española en el Mundial de Sudáfrica 2010, lo vivió en sus propias carnes. “Perdí las ganas de vivir”, aseguraba tras pasar de rozar el cielo con la punta de los dedos con aquel gol frente a Holanda a caer en un profundo pozo del que ha logrado salir con trabajo y ayuda, mucha ayuda, de profesionales. 

¿Qué ocurre en los deportistas de éxito?

“Estos trastornos están presentes en todas las personas, no sólo en deportistas. La diferencia es que el deporte, por el impacto que tiene en la sociedad, lo amplifica todo así que muchos no se atreven a pedir ayuda porque lo ven como una debilidad”, nos explica Juan Carlos Álvarez Campillo, psicólogo deportivo que ha tratado a atletas de élite y que, por ejemplo, formaba parte del equipo de trabajo de Julen Lopetegui en la selección española de fútbol antes del Mundial de Rusia ‘18. 

Campillo, que colabora con el CSD, el COE o la RFEF, aboga por “dar normalidad a que estas cosas le pueden pasar a todo el mundo” y apela a “utilizar las herramientas necesarias” y a “la preparación para poder gestionarlo porque todos estamos en la quiniela de que nos pueda tocar”

Un problema añadido

El mundo del deporte, cierto es, cuenta con un problema añadido sobre el común de la sociedad. “Los deportistas pueden dar una primera impresión de que todo es idílico ya que viven de lo que más les gusta y además ganan mucho dinero. Pero más allá de eso, ellos pueden dejar de disfrutar de lo que era su hobby o su pasión por culpa de la presión mediática, de los resultados, de la máxima competitividad", explica Campillo.

Y añade: "Eso les genera tensión, se amplifica el fallo y les lleva a dejar de disfrutar. Imagina que cada vez que vas a trabajar a tu oficina te ven miles o millones de personas y están pendientes de cada gesto, de cada cosa que haces, y el mínimo fallo que cometes se ve al detalle y lo puede comentar todo el mundo. Los deportistas pueden tenerlo todo pero no siempre lo disfrutan tanto porque para ellos ya no es un hobby, sino un trabajo con una máxima exigencia detrás que les estresa y les puede generar ansiedad e incluso depresión. Eso pasa cuando estás siempre bajo la lupa”. 

De hecho, en el deporte de élite, los problemas de ansiedad o depresión pueden llegar de diversas formas. Tan difícil es manejar el éxito como el fracaso. “Cuando estás instalado en el éxito los problemas llegan por la presión y por la expectativa que se tiene de los deportistas, de que mantengan o mejoren su nivel. Y muchos no se ven capaces y sienten miedo. Sin embargo, cuando estás trabajando duro y ves que no consigues los resultados que buscas también puedes ser proclive a no saber digerirlo. No lo entiendes y lo justificas con excusas. Que si el entrenador, que si la mala suerte…”. 

Pensamientos negativos

Lo que tienen claro los expertos es que es imprescindible cuidar la mente igual que el cuerpo. “Sin estar emocionalmente bien no se puede dar el máximo en ningún aspecto. Tienes que contar con confianza y con concentración de forma que generes hormonas como la dopamina o la endorfina que te dan un plus de energía. Si un deportista está a tope mentalmente, con confianza al máximo, eleva al máximo su nivel de energía. Es una cuestión química. Mucha gente cree que es magia, pero el estado mental produce una serie de conexiones neuronales que generan energía química en el cerebro que se distribuye por el cuerpo”, comenta Campillo.

Y recuerda: “También pasa lo contrario. Cuando alguien está a tope físicamente pero tiene pensamientos negativos respecto a un fallo, a una crítica o algo así, eleva sus niveles de cortisol, que es la hormona del estrés, y se agarrota, se encierra y puede llegar a sufrir ansiedad o incluso depresión. Todo es un proceso mental y de interpretación de la realidad”. 

Hasta un 38% de jugadores

En los últimos años han sido muchos los deportistas que han salido a la palestra para explicar sus problemas y dar visibilidad a la importancia de la salud mental. Desde el baloncesto, con casos como el de Demar DeRozan, que tras sufrir una depresión en 2018 pelea por dar visibilidad a este tipo de problemas; el de Kevin Love, quien reconoció que en 2012 tuvo pensamientos suicidas; o el del español Álex Abrines, quien se vio obligado a detener su carrera y regresar meses después a Europa; hasta el fútbol americano (Hayden Hurst, jugador de los Ravens, confesó que tenía un arma en casa y que muchas noches pensaba en utilizarla) o el fútbol, donde un informe de FifPro (Federación Internacional de Futbolistas Profesionales) reveló que hasta un 38% de jugadores pueden llegar a experimentar un cuadro depresivo.  

Y si importante es el cuidado de la salud mental en los deportes colectivos, tanto o más lo es en los individuales, como nos recuerdan casos como los de Naomi Osaka, Michael Phelps, Mike Tyson, Ian Thorpe, Robin Soderling o incluso Edurne Pasabán, quien reconoció haber tenido que ser ingresada en un hospital psiquiátrico después de intentar quitarse la vida.

“En el mundo del deporte suele ser más complicado el día a día para el deportista individual que para el de equipo. Lo sufren igual unos y otros, pero el individual se ve solo ante el peligro mientras que los que viven en un grupo pueden escudarse en los demás. A veces están tan presionados que no saben gestionarlo”, explica un Campillo que trabajó, por ejemplo, junto a Carolina Marín durante los Juegos Olímpicos de Río ‘16 en los que la deportista española logró la medalla de oro en bádminton.  

El papel de las redes sociales

La sociedad está avanzando en la concienciación de la necesidad de cuidar la salud mental, pero en paralelo han surgido nuevos escenarios que lo hacen incluso más complicado. “Las redes sociales están afectando mucho a los deportistas porque les exponen a una presión social increíble", explica el experto.

"Sucede tanto por el elogio, que lleva a perder el contacto con la realidad, como por la crítica, que duele, es más demoledora y no estamos preparados para ella. Hay estudios que dicen que el equilibrio mental y emocional depende de que haya entre tres y cinco críticas positivas por cada una negativa. Cuando los deportistas no saben gestionar y dosificar las redes, suelen afectarles más de lo que deberían. Deben dosificar y relativizar. Es un tema clave para la salud mental de un deportista. No somos máquinas y no podemos hacerlo todo perfecto. Eso debemos tenerlo claro”. 

Las redes, además, dan pie a que se puedan “banalizar los problemas mentales porque las personas opinan con poca información y poco criterio, ya que ven sólo la parte superficial del deportista”, asegura Campillo, que ve “crucial que haya más información y más formación para el público para que empaticen más y sepan que un deportista, aunque parezca tenerlo todo, puede sentirse muy desgraciado”.