Luis de la Fuente sigue tomándole las medidas al cargo de seleccionador nacional. Gran conocedor la cantera del fútbol español, su perfil parece el adecuado para capitanear la transición tras el adiós de Luis Enrique tras el decepcionante Mundial 2022. Su imagen afable y cordial también está en las antípodas de la del técnico asturiano. Pero si por algo llama la atención el riojano es por la espléndida forma que luce a sus 61 años, algo patente cuando aparece en manga corta o simplemente cruzándose de brazos.
Exhibir unos bíceps tan musculados no se debe únicamente a la genética, sino a "levantar mucho hierro". En 'Relevo' explicaba que se aficionó a las pesas y a las mancuernas durante su etapa de futbolista, tras encadenar varias lesiones de rodilla. Fue entonces cuando comenzó a ir habitualmente al gimnasio para fortalecer la musculatura y prevenir lesiones. Y desde entonces no ha abandonado esa rutina.
"Para mí es el momento relax, es una hora en la que estoy pensando sólo en mis cosas, en mí; a veces pienso en trabajo y otras veces pienso en nada", cuenta De la Fuente en Informe Plus de Movistar. Como buen disciplinado, casi siempre reserva un hueco por las mañanas para acudir al gimnasio y hacer un poco de press de hombro con mancuernas y curl de bíceps; y cuando no puede ir se siente como si le faltara algo.
"Trabajo, trabajo y trabajo. Ser disciplinado. Siempre hablo de valores, disciplina y capacidad de esfuerzo y sufrimiento. Ésa es mi dieta. Para mí el deporte es una forma de vida, más allá de verme mejor o peor. Me han educado así, hago deporte desde que tengo uso de razón y ahora sé que sin deporte no podría vivir", desvela el riojano.
Más allá del ejercicio físico, el seleccionador también le da importancia a su dieta. Normalmente come en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, donde pasa muchas horas analizando jugadores y equipos. Allí comparte mesa y menú con los empleados de la Federación Española de Fútbol (RFEF), donde suele comer lo mismo que el resto.
Otra de sus debilidades es el buen vino. Como buen embajador de Haro, cuna de la D.O. Rioja, le gusta compartir una copa de vino o una cerveza, costumbre que suele llevar a las concentraciones cuando la agenda futbolística lo permite y hay tiempo libre. Así desconecta de las presiones y tensiones que se derivan de la competición.