85 años le contemplan, 60 de ellos con la bata blanca puesta y el billete de 2.000 pesetas que le dio su madre “por si algún día necesitaba algo” en el bolsillo. El doctor Pedro Guillén es una eminencia no sólo en España sino en el mundo. Con más de 36.000 artroscopias e incontables operaciones más a sus espaldas, hace balance a través de docenas de anécdotas de toda una vida dedicada a la medicina.
El doctor nos atiende en su despacho de la Clínica CEMTRO, que recientemente ha festejado sus bodas de plata y que se erige como una de los 32 clínicas que hay en el mundo con el marchamo de excelencia de la FIFA. Nuestra visita se produce a renglón seguido de una operación. El galeno ha intervenido el hombro de una niña de 14 años. “Es judoka y lo primero que me ha dicho al despertarse es que quería saber cuándo podría volver a entrenar. Estos deportistas están hechos de otra pasta”, apunta.
Esa niña es una de las que pasarán por el quirófano para ponerse en manos de uno de los mejores cirujanos del mundo a lo largo del día. Ayer fueron otros. Y mañana otros. De momento no se atisba el final. El comienzo sí. Fue en 1964. Ya llovió. “El secreto para estar tanto tiempo trabajando y que me valoren tanto es eso, el trabajo. Además, hay que leer mucho y querer aprender siempre. Hace poco un gran deportista, muy amigo mío, me acusaba de que no me muevo mucho y no hago deporte. Y le dije: ¿te he dicho yo que leas? Cada uno jugamos con nuestras normas y nuestras necesidades”, explica el doctor.
Pedro Guillén ha vivido en primera persona todos los avances de la medicina en los últimos 60 años. De hecho, algunos de ellos los ha protagonizado él mismo, ya que fue quien introdujo la técnica de la artroscopia en España en el 77 y el que eliminó los cables en ese mismo tipo de operación 30 años más tarde.
“La medicina ha avanzado mucho desde que empecé. Aquello que parecía que no iba a resolverse se resuelve ahora. La medicina siempre avanza sobre pasos anteriores. Lo que más se nota con el paso de los años es la gran mejora en la medicación y en el diagnóstico. Pero queda mucho por hacer. El hombre merece que el médico y la medicina le curen sin parar el motor”, reivindica para después apuntar: "La medicina tiene que estar dirigida a esa célula que no produce ese producto necesario, que está dañada porque excede su función o por hipofunción, anomalía o lo que sea y reeducarla a su normal funcionamiento. Y el éxito llegará cuando la célula de, por ejemplo, un diabético, que no produce insulina, la produzca. La enfermedad no puede secuestrarte de tu vida normal”.
El doctor tiene el respaldo que da toda una vida en el quirófano pero también es consciente de lo capacitados que están los médicos de hoy en día. “La primera vez que cogí un bisturí lo hice con mucho miedo y precaución, pero con un equipo de dos o tres personas al lado que sabían más que yo y me acompañaban. Eso te hace aprender y madurar. Los médicos de hoy en día son gente muy inteligente y muy preparada. La aparición del MIR, por ejemplo, es una bendición para la medicina. Del MIR sales ya llorado y habiendo visto llorar”, dice.
En estos 60 años de carrera, por las manos de Pedro Guillén han pasado miles de pacientes anónimos y otros no tanto. El fútbol siempre le ha dado ese punto de notoriedad, pero además de futbolistas él ha operado a presidentes de gobierno, premios Nobel, artistas, políticos, toreros, ciclistas, atletas, jugadores de baloncesto, jugadores de balonmano, periodistas… “Cuando tienes un paciente delante, te da lo mismo los años que tenga, quién sea o quién no sea. Tú vas a hacerlo perfecto, el DNI no importa. Yo cada noche me preocupo por mis pacientes del día siguiente, me da igual cómo se llamen. No me preocupan más unos que otros. En la mesa del quirófano todos son iguales y hay que solucionarles sus problemas”, argumenta.
Y es que, tal y como el propio doctor explica: “Todas las rodillas son iguales. Da igual la de un escritor, la de un futbolista o la de un músico. No he visto nunca ninguna modificación. Y por tanto siempre he exigido a mis pacientes por igual, la misma fisioterapia y el mismo tratamiento rehabilitador. Aunque la sociedad te alimente el ego por tratar a un deportista, para mí son iguales al resto”.
Pero, eso sí, hay rodillas más famosas que otras. Por ejemplo, la de Lola Flores… y las de muchos de sus allegados. “Lola Flores, cuando estaba en un sitio, era la jefa. Incluso lo intentaba en el quirófano. Era una mujer muy fuerte. Nos queríamos mucho. Yo tenía un convenio con ella porque era muy generosa y tenía muchos gitanos a los que quería ayudar, así que llegamos al acuerdo de que ella pagaba el sanatorio y yo les operaba gratis”, cuenta el doctor.
Y de una artista, a mil y un futbolistas. El primero de todos, Marcelino. “El primer futbolista que pasó por el quirófano conmigo fue Marcelino. Fue una lesión muy grave, muy grave, y quedó muy bien. Él fue el primero de muchísimos y eso me ha llevado a mantener muy buenas amistades. Recuerdo, por ejemplo, a un hombre con un alma exquisita como fue Luis Aragonés. O Del Bosque, más calmado pero igual de buena persona. A los dos los he tratado yo”.
Detrás de Marcelino llegaron otros que dejaron y siguen dejando cientos de anécdotas entre las cuatro paredes del quirófano. “Hugo Sánchez, como agradecimiento después de una operación, me dio unas fotos firmadas porque sabía que yo iba a ir a México a dar unas conferencias. Me dijo: “Aprovéchelo, en lugar de una propina, deles fotos firmadas”. En el hotel al que fui me dieron una habitación normalita en una planta junto a una pista de tenis y yo no podía dormir así que fui a recepción, saqué las fotos, y me pusieron una suite”, recuerda Guillén.
Hugo, como también Schuster, militaron en las filas del Atlético y del Real Madrid. En cualquiera de los dos equipos pudieron pasar también por las manos del doctor porque él fue el primero que empezó a operar sin distinción a jugadores de los dos equipos, aunque el propio galeno reconoce que “hubo una época en la que eso no se veía bien”.
Entre los de Chamartín destacan nombres como el de Cristiano Ronaldo (“es un profesional ejemplar”) o los integrantes de la Quinta del Buitre. “Por mis manos ha pasado toda la quinta del Buitre. Butragueño, Míchel, Sanchís, Martín Vázquez y Pardeza. Recuerdo que Sanchís sufrió una fractura de tobillo muy complicada pero quedó muy bien. Todos han terminado siendo grandes amigos míos”.
En las filas rojiblancas recuerda un caso curioso: “He tenido futbolistas que casi los he operado juntos. Recuerdo a Maxi y Petrov, del Atlético, que se rompieron el cruzado en dos partidos seguidos. Algunos echaban la culpa al césped de La Condomina, que estaba muy mal, cuando se rompió el primero. Y unos días después se rompió el otro en un campo como el Calderón, que estaba en perfectas condiciones. Petrov todavía viene de vez en cuando y siempre quiere saludarme y charlar”.
Pero no se limitaba a los de los equipos de la capital. Prueba de ello son las varias ocasiones en las que trató a Diego Armando Maradona, con el que le unía una estrecha amistad. De hecho, esa relación terminó por llevar también a Sergio Agüero hasta su clínica.
Cómo no, el destino también le ha brindado la oportunidad de operar a padres e hijos. La primera vez, sin saberlo. “Una vez fui a operar a un chico que me pidió cambiar el día para que pudiera estar su padre en el hospital y saludarme. Yo, por los apellidos, no sabía quién era pero accedí sin problema. Cuando llegó el día resultó que el padre era Cundi, al que se le conocía por el diminutivo, no por su apellido”, rememora.
El doctor Guillén, entre estos pacientes ilustres, recuerda claramente lo complejo de lesiones como la de Arconada: “He visto rodillas con lesiones muy complicadas. Míchel, por ejemplo, tuvo una muy seria, pero creo que la peor fue la de Arconada. En aquella época prevalecían otro tipo de cirugías, en las no se sustituía el cruzado anterior y yo introduje la idea de que había que sustituir el cruzado por un tendón. Aunque las lesiones complicadas no son siempre en la rodilla. Recuerdo a Cecilio Alonso, jugador de balonmano, al que le operé de una luxación en el hombro por artroscopia. Es muy complicado que quede bien, pero salió todo perfecto y siguió jugando y triunfando”.
También ha visto a deportistas con una capacidad de recuperación sobrehumana. “Gordillo fue un caso único. Le operamos del menisco y, si no recuerdo mal, 11 días después de salir del quirófano estaba jugando. No he visto nada igual”, explica el doctor, que reconoce que por la mesa de su quirófano han pasado pacientes ilustres de todo tipo: “Hay muchos que me piden anestesia general porque no quieren enterarse de nada y otros que le tienen miedo y me dicen: ‘Doctor, a mí me atonta lo justo, nada de dormirme’”.
Y entre todos estos atletas, cómo no, Pedro Guillén también se ha encontrado cosas sorprendentes. “Sabonis tiene el pie más grande que yo he visto jamás. Quizá Romay podría competir, pero creo que es más grande el de Sabonis, al que operamos porque se rompió el tendón de Aquiles estando en el Forum Filatélico de Valladolid. Quedó muy bien. Además, era listísimo. Era el ejemplo del triunfo de la inteligencia. Por eso triunfó aquí pero también en la NBA”.
El paso del tiempo, en cualquier caso, ha brindado al cirujano la posibilidad de ‘retocar’ las mismas rodillas varias veces, ya que algunos de los deportistas que pasaron por quirófano en activo llegan ahora por los achaques del paso de los años. “He operado a muchos jugadores de la rodilla, les he dejado perfectos, han seguido jugando muchos años y ahora vienen a ponerse prótesis. Es lo malo, que con el tiempo y lo malo que es el deporte de élite para articulaciones, ahora tienen que tirar de prótesis. Es uno de los grandes sacrificios que tienes que hacer si te dedicas al deporte de élite, ya que tus articulaciones sufren muchísimo. Me vienen a la cabeza al menos una docena que ya llevan prótesis”, confiesa.
Tantos años al pie del cañón han dejado, además de muchas rodillas rehabilitadas y mucha gente satisfecha, una colección única en el mundo. “Tengo una ‘meniscoteca’, que es como llamo a mi colección de meniscos, en la que hay más de 120 lesiones distintas. Podría considerarse una frivolidad pero no lo es. Yo entro en el mundo de la rodilla cuando se quitaban los meniscos enteros y empecé a meterlos en metacrilato transparente para poder ver la lesión. Así, cuando tú vas a dar clase, los estudiantes pueden ver el menisco por los dos lados, la cara superior, la cara inferior, cómo se lesiona… Además, yo quería co-relacionar, encontrar la causa-efecto y poder verlos y compararlos me ha ayudado mucho”.
Y si ver un menisco ayuda a comprenderlo, también escuchar a la propia rodilla. Sí, escucharla. “La rodilla nos habla, yo lo llamo la ‘genufonía’ o lenguaje de la rodilla. Nuestros órganos tienen su idioma. Por ejemplo, si te falla el hígado se te pone la piel de color amarillo. Pues el menisco igual, nos habla, pero hay que saber escucharle. Ver qué lesión produce bloqueo, cuál derrame y tantos otros signos”.
Antes de acabar la charla y dejar que el doctor Guillén regrese a quirófano nos permitimos un último lujo y le pedimos un consejo para las nuevas generaciones de médicos. Uno no siempre tiene delante a un Académico de Honor de la RADE (Real Academia de Doctores de España) y al nombrado como mejor especialista en traumatología y cirugía ortopédica de España. “Tienen que sentir al enfermo más próximo, más cercano, hace falta más humanismo. La medicina, con la incorporación del factor tecnológico, quizá se está olvidando un poco de la proximidad, la cercanía. Yo pienso que la mirada, la mano u ofrecer una silla y escuchar son cosas con las que los enfermos se sienten más libres para contarte sus problemas. Al fin y al cabo él se entrega para que tú le resuelvas un problema. La mirada agradecida de un enfermo no tiene parangón con nada”.