La proeza de ser subcampeón del mundo de salvamento a los 47: "En Australia hay socorristas tan famosos como Cristiano"

  • El equipo máster de España acaba de regresar del Mundial de Salvamento y Socorrismo con cinco medallas, dos individuales y tres de relevos

  • Juan Martínez y Alfredo Pérez, con 47 y 47 años, eran socorristas profesionales y ahora entrenan como atletas de élite para continuar con su pasión

  • Alfredo trabajó en la playa de Loredo durante 10 años. Rescató a cientos, pero jamás olvidará los cinco que se le ahogaron por imprudencias

Los Juegos Olímpicos de París aún están en nuestra retina y, con ellos, la sensación de que hay docenas de disciplinas deportivas que apenas conocemos y que ‘redescubrimos’ cada cuatro años. Tras ellas, cientos de deportistas en busca de resultados, de medallas, pero que echan de menos más atención, más recursos y más apoyo en el día a día.

Si ellos, que son olímpicos, lo reclaman, imaginen cómo será la vida de un socorrista deportivo, una disciplina en la que España juega un papel importante a nivel mundial pero que apenas cuenta con foco alguno y mucho menos recursos económicos.

Hace apenas un par de semanas que finalizó el Campeonato del Mundo de Salvamento y Socorrismo en Australia y el papel de España fue más que digno en todas las categorías, pero merece especial atención la Máster, en la que los implicados acudieron a la cita con miles de horas de entrenamiento a sus espaldas, la ilusión y la responsabilidad por bandera, pero pagándolo de su bolsillo. Y, tal y como nos explican, no fue barato.

Juan Martínez y Alfredo Pérez, con 47 y 57 años respectivamente, formaban parte de la expedición española y regresaron de la Gold Coast con nada menos que cinco medallas en la mochila. Dos platas y tres bronces. 

Ambos son miembros del equipo Loredo Surf Live Saving Club y los dos, aunque lo viven como profesionales, deben compatibilizar su pasión por el socorrismo con sus respectivos trabajos. Alfredo, al que todo el mundo conoce como Kichi, es además el presidente del club. 

Al socorrismo deportivo llegaron, como casi todos, desde el socorrismo profesional. Ambos lo eran hace más de 30 años. “Cuando surgió el deporte de salvamento y socorrismo, que es una variante de la natación poco conocida, todos los que éramos socorristas nos fuimos uniendo y poco a poco fue creciendo”, nos explican. 

“Nosotros venimos del mundo del surf y la playa. En 1989 éramos socorristas en Loredo. Fuimos probando, se nos daba bien y acabamos en la selección española. Pero esos eran los inicios. En aquella época éramos absolutos. Luego, con la vida, hijos y demás, lo dejamos un tiempo y volvimos en categoría máster", añade Kichi.

Separar disciplinas

En cualquier caso, ambos insisten en que hay que separar el salvamento deportivo del profesional. “Nosotros éramos socorristas profesionales porque trabajábamos por un sueldo, pero el salvamento deportivo es eso, una actividad deportiva”, zanjan.

Son mundos distintos, pero los han probado los dos. Kichi, de hecho, aún mira al infinito cuando recuerda ciertos momentos de su época de socorrista profesional: "A mí, en diez años, se me ahogaron cinco personas. Todos por negligencias suyas. Fue en los años 80, éramos cinco personas cubriendo desde Puntal hasta Loredo, sin walkie talkies, sin zodiac, sin boyas de rescate, era otro mundo", recuerda.

A mí, en diez años, se me ahogaron cinco personas. Todos por negligencias suyas

De hecho, tiene la sensación de que nadie está preparado para vivir eso por muy profesional que sea. “Eres el responsable, y, si pasa algo, el que se va a quedar con el trauma eres tú. Yo, cuando se me ahogó el primero, estuve con pesadillas durante meses. Lo que veo actualmente es que los socorristas son chavales muy jóvenes y no están preparados para un impacto de ese tipo, es un shock".

Sin embargo, y pese a esos momentos duros, también recuerda con orgullo todos los buenos. “Trabajábamos del 15 de junio al 15 de septiembre sin librar ni un solo día y nos encantaba. En todos esos años he sacado a cientos y algunos de ellos muy apurados. Tengo el récord de 78 rescates en un verano."

Cuando se me ahogó el primero, estuve con pesadillas durante meses. Ahora los socorristas son chavales muy jóvenes y no están preparados para un impacto de ese tipo, es un shock

Juan, por su parte, fue socorrista de piscina, pero con los años tuvo que dejarlo para dedicarse a su profesión como ingeniero industrial: “En la piscina hay menos riesgo que en la playa, pero cuando tienes 200 personas en el agua es una presión enorme. Cuando lo dejé fue, en cierto modo, un alivio. Tuve algunos sustos y ahí me di cuenta de que no se valora realmente la presión que tiene un socorrista”.

El ángel de la guarda

Tanto en las playas como en las piscinas, las comparaciones son odiosas. Bien lo saben ellos después de su paso por Australia. “Allí son muy profesionales, tienen gente muy bien preparada, tanto técnica como físicamente. Socorrista no es cualquiera. Tienen motos de agua y vehículos todoterreno para ir por la playa. Además, cada medio kilómetro hay una torre de vigilancia. En España tenemos… al ángel de la guarda y a los surfistas, que suelen echar una mano en las zonas críticas”.

Tras su etapa como socorristas profesionales llegó la del socorrismo deportivo. Otro mundo, pero incluso más exigente. Entrenamientos cada día del año. Horas y horas en el agua. La exigencia de un deportista de élite en busca de un objetivo: el campeonato de España (en el que arrasan), de Europa y del mundo.

Kichi no pone pegas al entrenamiento. Lo necesita: “A mí me gusta entrenar todos los días. Me lo pide la cabeza y me lo pide mi cuerpo. Como ya tengo 57 años, mis sesiones no tienen que ser tan largas, pero sí efectivas. Nadie regala nada, somos muy quisquillosos. Investigamos, trabajamos y entrenamos a muerte. Por eso llegan los resultados. Es tu vida, es lo que te gusta. Yo no voy al bar, no voy al cine, no suelo ir a cenar. Soy un colgado, lo sé, pero es lo que me gusta”.

Juan reconoce que en deportes como este hay que ser “un poco cabezón” porque te esfuerzas al máximo, sacas tiempo de donde sea, pierdes horas de estar con los tuyos y, además, te cuesta dinero. “Todos perdemos dinero, pero ganamos satisfacciones. El último campeonato que tuvimos en Australia, el campeonato del mundo, no fueron solo seis días de competición. Fue un año entero de preparación. Y, por supuesto, todo pagado de nuestro bolsillo".

Todos perdemos dinero. El último campeonato que tuvimos en Australia fue tras un año entero de preparación y, por supuesto, todo pagado de nuestro bolsillo

Ya ni siquiera reclaman recursos por parte de la Federación: “Nos conformamos con que no nos pongan impedimentos", apunta un Kichi que vivió la experiencia australiana a tope: “Algunos miembros del equipo que son muy buenos no pudieron ir porque no podían pagarlo, pero nosotros lo vimos como ir a La Meca del salvamento mundial, donde están los mejores del mundo y pensábamos que había que conocerlo al menos una vez en la vida”.

Lo único de lo que se arrepienten es de intentar abarcar demasiado: “No se puede competir en tantas pruebas como nosotros hacemos. Los de allí flipaban cuando nos veían en tantas pruebas porque allí cada uno iba a su especialidad, pero, claro, haces un esfuerzo económico, familiar y todo, y piensas: 'Voy a competir en todo lo que pueda'".

Tantas competiciones -Juan es experto en aletas y Kichi en pruebas explosivas y de correr- dieron sus frutos. Dos medallas individuales y tres en relevos vinieron en su equipaje de vuelta a España.

Siete tablas... mil tablas

Estas preseas tienen más mérito aún si tenemos en cuenta la comparativa con otros países. Sirva como referencia Australia, el anfitrión de la prueba. En la Gold Coast hay clubes con más de 10.000 socios, mientras que el de nuestros protagonistas apenas cuenta con 24 integrantes con tres piraguas y siete tablas de surf, un número ridículo comparado con las más de 100 piraguas y mil tablas con las que cuentan en los clubes australianos.

Tanto es así que en Australia algunos socorristas son poco menos que “héroes nacionales”. “Allí tienen una cultura del deporte que inculcan desde pequeños a los chavales. Tienen circuitos de competición con patrocinadores importantes. Hay profesionales de salvamento que son muy conocidos, como los héroes de Australia, algo así como Cristiano Ronaldo en España”, apunta Kichi.

Aún así, ambos insisten en que no regresaron del campeonato del mundo satisfechos: “No estamos del todo contentos con lo que hemos hecho. No competimos bien. No significa que el viaje haya sido un fracaso, al contrario, hemos aprendido mucho, pero sabemos que podríamos haberlo hecho mejor”.

De cualquier forma, ya están pensando en los próximos objetivos y en llevar el nombre de Loredo, su pueblo y también su único apoyo económico (sólo reciben dinero de la Junta Vecinal), a lo más alto: "Nosotros representamos al pueblo de Loredo. Aquí tenemos nuestro club y nuestra vida a pesar de que el Ayuntamiento no da un euro a ninguna actividad deportiva y de que es prácticamente imposible conseguir patrocinios".

Su sueño, organizar algún día el Campeonato de España en su tierra, en Loredo. “Sería fantástico para devolver todo el cariño al pueblo. Llenaríamos todos los alojamientos un fin de semana, se hablaría del pueblo y l a gente facturaría. 350 personas vendrían, y eso llenaría todos los alojamientos, la gente facturaría".