Un reciente estudio de la Universidad de Irvine, California, ha concluido que el uso de bótox puede afectar nuestra actividad cerebral relacionada con la respuesta emocional. La premisa del ensayo es que las personas respondemos a las expresiones faciales de los otros con una especie de mecanismo de espejo: nuestro rostro imita inconscientemente esos gestos para ayudar a nuestro cerebro a entenderlos. Al reducir la respuesta muscular del rostro, el típico efecto de quedarse "sin expresión", afectamos directamente a esa parte del proceso.
Sin embargo otro estudio, esta vez de la Universidad de San Diego, también en California, señaló hace poco que el uso de Botox podría tener un efecto beneficioso de cara a la ansiedad. Los investigadores se basan en análisis de una base de datos de la Administración de Drogas y Alimentos de casi 40.000 pacientes. Lo que encontraron es que los casos de ansiedad entre las personas que usaban bótox eran entre un 20 y un 70 % más bajos.
Lo curioso del asunto, es que ambos estudios podrían estar relacionados porque parten de la misma base: la modificación de la expresión facial. Mientras para el estudio de Irvine, esta incapacidad generada por el bótox afecta nuestra directamente nuestra respuesta emocional, para la Universidad de San Diego, la dificultad para expresar facialmente la preocupación, el miedo o la tristeza, podría directamente disminuir el reconocimiento cerebral de estas emociones, contribuyendo a minimizar sus efectos.
Según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) (recogidos por La Razón) de los 626.778 tratamientos faciales realizados en los dos últimos años, el 42% correspondió a inyecciones con toxina botulínica, que se ha consolidado definitivamente como el tratamiento facial más realizado tras la pandemia. Pero atención, porque la propia SEME alerta de que hasta un 15% de los pacientes de medicina estética han sufrido malas praxis en España por parte de 'clínicas' o 'especialistas' no autorizados.
En lo que concierne a los estudios norteamericanos, es necesario señalar que en ambos casos de habla de estudios preliminares y de la necesidad de seguir investigando. El bótox en ningún caso es indicado como "cura" para la ansiedad y de cualquier forma, si tuviera realmente un efecto paliativo, este estaría condicionado al propio tiempo de duración de la toxina en nuestro organismo, que suele ser de tres meses.