A la espera de que lleguen los fármacos de la eterna juventud, hay personas que se lanzan sin reparos a experimentar con su cuerpo los avances que la ciencia ha logrado en ensayos con animales. Restricción calórica, telomerasa, tratamientos hormonales, suplementos vitamínicos, nutrición personalizada... todo vale para restarle años al cuerpo sin medir demasiado los riesgos de tratamientos no demostrados aún en seres humanos.
Liz Parrish fue la paciente cero de una experimental terapia con telomerasa, David Sinclair también somete su cuerpo a terapias no comprobadas, y dice haber rejuvenecido 10 años, pero el campeón de la experimentación en cuerpo propio se llama Brian Johnson, y no es el cantante de AC/DC. Se trata de un empresario norteamericano que se hizo millonario con algunos proyectos de software y que a sus 45 años gasta su fortuna en experimentar en su cuerpo con todo lo conocido para retrasar su reloj biológico lo máximo posible. Quiere tener el cerebro, el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, los tendones, los dientes, la piel, el cabello, la vejiga, el pene y el recto de un hombre 20 años más joven. Está dando a conocer al mundo los resultados de su método a través de la web blueprint.
Su obsesión por rejuvenecer le ha llevado a situaciones extremas, lleva una vida espartana, sometido a constantes controles por un equipo de más de 30 profesionales de la salud, probando todo tipo de compuestos y dedica su vida por entero a demostrar que a sus 45 años se puede volver a tener un cuerpo de 20.
Lo primero que hace Johnson tras levantarse a las 5,30 de la mañana es pesarse. Pero su báscula le dice, además de los kilos, el peso de sus músculos, el de sus huesos, el índice de masa corporal, el porcentaje de grasa y el porcentaje de agua. Tras colocarse un dispositivo que controla y registra sus constantes vitales toma 75 miligramos de hierro, y 250 mg de vitamina C y realiza unos 15 minutos de meditación. Luego desayuna un vaso de agua al que añade dos gramos y medio de creatina, ocho gotas de manganeso, 125 microgramos de yodo líquido, 20 gramos de péptidos de colágeno, dos cucharadas de espermidina, 500 mg de cacao y una cucharadita de canela. Después se toma una cucharada de aceite de oliva virgen extra. Todo esto lo acompaña con 25 pastillas de distintos complementos vitamínicos o minerales como la hormona DHEA, litio, metformina, cúrcuma, taurina, ubiquinol, melatonina...
Después hace ejercicio igualmente medido hasta el mínimo detalle. Todo se registra, todo se apunta y revisa. Es vegano estricto, pero por decisión propia, es lo que mejor le va a su cuerpo. Un menú tipo es el de lentejas negras cocidas con brócoli, coliflor y hongos, nada de sal, nada de azúcar, nada de fritura, nada de alcohol.
La vida de Brian es un experimento permanente en busca de lo que mejor le sienta a su organismo. Se le realizan a diario controles de peso, grasa, masa muscular, agua corporal, sueño, frecuencia respiratoria, temperatura corporal, glucosa en sangre, las heces, la orina, la saliva, las venas, los dientes, el pelo, los músculos, la piel... nada queda fuera de control, y si los parámetros no son los deseados, se cambia alguna rutina y se vuelve a medir. Lo que persigue Brian es "reducir al máximo la velocidad de mi envejecimiento biológico. Mi objetivo es que pase un año de tiempo cronológico y mi edad biológica se mantenga igual. No existe una píldora mágica para esto", reconoce justificando en parte tanto sacrificio.
Johnson era empresario antes de tener su visión anti envejecimiento. Creó una empresa de procesamiento de pagos llamada Braintree Payment Solutions que, vendió a eBay por 800 millones de dólares. Es fundador de la firma de capital riesgo OSFund y de Braintree Venmo, un sistema de pago similar a Bizum muy popular en los EEUU. A pesar de su éxito, Johnson sufrió estrés, tenía sobrepeso y se encontraba profundamente deprimido y al borde del suicidio. Decidió cambiar de vida y cultivar su cuerpo cuando se topó con Oliver Zolman, un joven médico especializado en medicina regenerativa. Zolman creó en 2021 una empresa llamada 20one que ofrece una serie de programas para retrasar el reloj biológico. "Mi objetivo es demostrar mediante bioestadística una reducción del envejecimiento del 25% en los 78 órganos para 2030", y Brian recogió el testigo sin importarle servir como conejillo de indias.
El programa diseñado por Zolman y seguido por Brian Johnson cuesta al año 2 millones de dólares, y se puede seguir en una web donde se explican todos los pasos que se están dando y los resultados obtenidos. El equipo médico que analiza los datos es tajante. Jeff Toll, internista y uno de los 30 miembros del equipo trabajan en este proyecto asegura que "las pruebas demuestran que Johnson ha sido capaz de reducir su edad biológica global en al menos cinco años. Según estas pruebas, tiene el corazón de una persona de 37 años, la piel de una de 28 y la capacidad pulmonar y la forma física de una de 18".
Sin embargo Zolman, quien obtuvo su título de médico en el King's College de Londres , es más mesurado. Recalca que que les quedan cientos de procedimientos por explorar, incluida una variedad de terapias génicas experimentales. “No hemos logrado ningún resultado notable”, dice. “En Bryan, hemos logrado resultados pequeños y razonables, y es de esperar”.
La obsesión de Brian Johnson es contagiosa. Más de 20.000 personas se han interesado ya por su método y unas 3.000 lo siguen. Incluso Johnson ha creado unas olimpiadas del rejuvenecimiento, donde los que quieran pueden apuntar sus avances.
Lo último que ha probado Brian Johnson son las transfusiones de plasma entre generaciones. Recibe plasma de su hijo Talmage de 17 años, y a su vez su plasma se inyecta en Richard de 70 años, el abuelo de Talmage y padre de Brian. No hay evidencias científicas de que las transfusiones de plasma tengan beneficios clínicos, pero Brian está convencido de que será beneficioso. Su aventura en busca de la eterna juventud sigue adelante.