Terminas de cenar, preparas las cosas para el día siguiente y te sientas un rato en sofá antes de irte a la cama. Poco a poco parece que tu cuerpo se acomoda más de la cuenta sobre los cojines y, casi sin querer, empiezas a dar cabezadas y te duermes en el sofá. Puede que tu pareja, tu hijo o un sobresalto te despierte y decidas irte a la cama para seguir durmiendo tranquilamente. Sin embargo, ya entre sábanas te encuentras más despierto que antes y con los ojos como platos. Te ha pasado, ¿verdad? ¿Por qué nos ocurre esto?
Según un artículo publicado en The Conversation y difundido por CNN de las expertas Madeline Sprajcer y Sally Ferguson, en el sofá nos dormimos por la presión del sueño, un impulso biológico que aparece cuánto más tiempo llevamos despiertos. Pero no solo eso, el ambiente también tiene mucho que ver, ya que puede que nuestro salón, justo después de cenar, esté cálido y con una luz tenue que favorezca conciliar el sueño. Se trata de un instante en el que la presión del sueño es fuerte, el entorno acompaña y nuestro ritmo circadiano nos avisa que es el momento de cerrar los ojos.
Pero eso también ocurre en nuestro dormitorio. ¿Por qué no podemos conciliar el sueño en la cama tras echar una cabezadita en el sofá? Lo que pasa es que probablemente la presión de sueño sea menor tras esa siesta de la que te has despertado, lo que va a complicar un poco volver a dormirte al irte a la habitación.
Todo depende de tiempo, claro. Si solo te has dormido cinco minutos, al irte a la cama no debería costarte conciliar el sueño, pero si has estado una hora soñando sí que es probable que la cosa se complique.
Además, si te despiertas estando en pleno sueño profundo es relativamente fácil dormirte de nuevo, pero abrir el ojo estando en la fase de sueño ligero, a lo que se suma el levantarte para irte hasta el dormitorio encendiendo alguna luz o aprovechando para ir al baño antes acostarte en la cama, dificulta recuperar el sueño.
Los expertos aconsejan que el dormitorio debe estar oscuro, tranquilo y ser un lugar cómodo que no nos provoque estrés. De esta forma, en invierno aconsejan encender la calefacción unos 20 minutos antes de irte a la cama y en verano lo mismo con el aire acondicionado. También recuerdan que seguir una rutina para ir a la cama puede facilitar que, cuando te echas las sábanas por encima, te duermas antes, intentando acostarte siempre, más o menos, a una misma hora.
Eso sí, desaconsejan por completo mirar el móvil cuando ya estás dentro de la cama, ya que la exposición a la luz azul puede provocar estrés o ponernos alerta, haciendo más complicado que nuestros ojos se cierren.
En definitiva, son muchos los consejos que hay que seguir para intentar tener un sueño reparador, pero para poder dormirnos pronto es necesario evitar echar una cabezadita previa en el sofá, así llegaremos con una gran presión del sueño acumulada durante todo el día que se aprovechará para dormirnos más rápido en la cama.