¿Te acuerdas de cuando George Lucas se sacó de la manga en 'La amenaza fantasma' aquel concepto de los midiclorianos para explicar la Fuerza de un modo, digamos, científico? Pues se inspiró en las mitocondrias, unas diminutas "fábricas" de las células que convierten los nutrientes que consumimos en energía para nuestro organismo. Además, son clave para disfrutar una vida llena de salud y más larga.
Así lo asevera Antonio Valenzuela, fisioterapeuta, máster en Psiconeuroinmunología Clínica y experto en terapia ortomolecular, en su libro 'Activa tus mitocondrias: el secreto para una vida más longeva' (Alienta). Lo más interesante es que está en nuestra mano cuidarlas y mantenerlas a pleno rendimiento. Podemos activarlas simplemente haciendo algunos pequeños cambios en nuestro estilo de vida. Desde la alimentación hasta el uso de suplementos como el magnesio, pasando por variaciones en nuestra rutina, como el ayuno o la actividad física.
"Tu salud depende de tus mitocondrias y de su estado. La energía con la que te levantas, te mueves, piensas o llevas a cabo cualquier acto vital por mínimo que sea depende de que tus mitocondrias funcionen bien. El envejecimiento y las enfermedades que nos quitan calidad (o años) de vida se acompañan de un proceso que no te gustaría sufrir: la disfunción mitocondrial", explica el experto en su libro.
El problema es que en la sociedad moderna tendemos a maltratar a las mitocondrias y a olvidarnos de su importancia. Para activarlas debemos enfocarnos no solo en una alimentación de calidad basada en comida real, variada y rica en plantas, también en prestar atención a los siguientes elementos:
Esto activa la llamada citocromo C oxidasa de las mitocondrias mejorando así la producción de ATP (la moneda energética de la célula) y protegiendo a la mitocondria del daño causado por los radicales libres.
En la antigua Grecia la verdadera felicidad consistía en vivir acorde con la naturaleza. Este principio aplica al dedillo a nuestras mitocondrias.
El estrés psicológico y los estados emocionales negativos tienen un profundo impacto en nuestras mitocondrias, llevándolas al agotamiento. Lo mismo ocurre con la falta de sueño. Las mitocondrias se reparan del desgaste diurno durante el descanso nocturno. Si las privamos de ello, reducimos su capacidad de producir energía.
El sedentarismo es el mayor enemigo de las mitocondrias. Sin actividad física sufren y se vuelven perezosas. Hay que procurar estar menos tiempo sentados. Aunque parezca paradójico el ejercicio nos cansa y a la vez nos aporta energía. De hecho, momentos después de hacer deporte es cuando más enérgicos y animados nos sentimos. El deporte es la mejor medicina mitocondrial.
Lo ideal sería de al menos 13 horas, tratando de comer un máximo de tres veces al día. Es aconsejable comer en las primeras 12 horas de la jornada. Para activar las mitocondrias lo mejores es levantarse antes y restar tiempo de televisión de noche.
La exposición corporal al frío y al calor puede mejorar la salud de nuestra central energética. No es necesario bañarse en hielo, bastaría con exponerse un poco al agua fría de la ducha. Una dosis de sauna de una hora a la semana dividida en dos o tres sesiones también puede reportarnos grandes beneficios.
Disfrutar de unas relaciones sociales de calidad también va a ayudar a la salud mitocondrial. En realidad, todo lo que es bueno para nuestro bienestar es también bueno para nuestras mitocondrias.