Dicen que a quien madruga dios le ayuda. El refrán está muy bien, pero claro está que no a todo el mundo le sienta igual de bien levantarse temprano. Mientras que unos se despiertan pronto, casi que no necesitan ni despertador, a otros no les queda más que ponerse en pie por obligación, porque de ser por ellos, se quedarían dentro del edredón un buen rato más. Pero ¿por qué ha personas mucho más madrugadoras que otras? Pues lo cierto es que existe una razón y podría estar en nuestros ancestros.
Al parecer el material genético que heredamos de nuestros antepasados neandertales ha contribuido a que existan personas que sean más madrugadoras y se sientan bien al levantarse temprano, según expone un estudio publicado en la revista Genome Biology and Evolution.
Según descubrieron los investigadores, el ADN que heredamos de nuestros ancestros pueden contribuir a hacer a algunas personas alondras, personas mucho más matutinas y que, por tanto, se sienten mejor al acostarse antes y levantarse temprano.
Lo cierto es que la mayoría de los genes de los neandertales casi ni existen ya en nosotros debido a la evolución, pero sigue existiendo un mínimo de ellos que proviene de los primeros humanos modernos que se tuvieron que adaptar a nuevos entornos, pues todos tienen su origen en las especies que poblaron África hace alrededor de 300.000 años.
Fue hace 70.000 años cuando nuestros antepasados emigraron a Eurasia, donde se encontraron con entornos muy diferentes, desde el clima hasta las temperaturas o la duración de la luz solar durante el día. Allí el Homo sapiens se encontró con neandertales que ya estaban adaptados al territorio y, debido al mestizaje, actualmente se podría decir que los humanos contamos con un 4% de ADN neandertal.
“Al analizar los fragmentos de ADN neandertal que permanecen en los genomas humanos modernos, descubrimos una tendencia sorprendente. Muchos de ellos afectaron genes que gobiernan los relojes biológicos en los humanos modernos. Y en la mayoría de los casos fue aumentando la propensión a ser una persona mañanera”, señaló el epidemiólogo de la Universidad de California en San Francisco, John Capra.
Junto a otros investigadores se dieron cuenta de que diferentes variantes genéticas se encontraban involucradas en el reloj biológico y los ritmos circadianos y que los genes estaban relacionados con las personas que se despiertan temprano, cosa que no quiere decir que por ser alguien madrugador se tengan genes de neandertal.
“No creemos que ser una persona mañanera sea en realidad lo beneficioso. Más bien, creemos que es una señal de que tenemos un reloj más rápido que puede adaptarse mejor a las variaciones estacionales en los niveles de luz. En latitudes más altas, es beneficioso tener un reloj que sea más flexible y que pueda cambiar mejor para adaptarse a los niveles variables de luz estacional”, explican.
Aunque el profesor Mark Maslin del University College London no participó en el estudio sí que quiso puntualizar que "cuando los humanos evolucionaron en África tropical, la duración del día era en promedio de 12 horas. Ahora los cazadores recolectores pasan sólo el 30% de su tiempo despiertos recolectando comida, por lo que 12 horas es mucho tiempo. Pero cuanto más al norte se va, más cortos se vuelven los días en invierno, cuando la comida es particularmente escasa, por lo que tiene sentido que los neandertales y los humanos comiencen a recolectar alimentos tan pronto como haya luz para trabajar".