Desde hace años se ha ido popularizando el ayuno intermitente. Lo que hace una década era un completo desconocido, hoy es un método que probablemente conozcas a alguien que lo hace, incluso puede que tú mismo. Su funcionamiento no tiene mucha complicación, se restringe la alimentación diaria a un periodo de tiempo de 4 a 12 horas y durante el resto del día no se come nada más, estableciendo ese periodo de ayuno normalmente entre las 8 las 16 horas. Un método con muchos partidarios y detractores que no es apto para cualquier persona.
Eso mismo es lo que acaba de exponer un estudio en el que han participado más de 20.000 adultos en el que se expone como aquellas personas que limitan su alimentación a menos de ocho horas tienen un 91% más de probabilidades de morir por una enfermedad cardiovascular frente a aquellas personas que toman alimentos entre 12 y 16 horas al día. La investigación acaba de ser presentada en las Sesiones Científicas sobre Estilo de Vida y Cardiometabolismo de Epidemiología y Prevención de la Asociación Americana del Corazón que se está celebrando estos días en Chicago.
Al final prácticamente todo el mundo hace en mayor o menor medida ayuno entre la cena y el desayuno, sobre todo si la última comida del día se hace pronto, llegando a tener una ventana sin alimentarse bastante grande. Por ejemplo, si se cena a las 21:00 y se desayuna a las 8:00, se habrán hecho 11 horas de ayuno.
Victor Wenze Zhong, autor principal del estudio y profesor y presidente del departamento de epidemiología y bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad de Jiao Tong de Shanghai, en China, explica que “restringir el tiempo de alimentación diario a un periodo corto, como ocho horas por día, ha ganado popularidad en los últimos años como una forma de perder peso y mejorar la salud del corazón”.
Sin embargo, el experto también señala que “no se conocen los efectos a largo plazo” de este tipo de ayuno. Por eso decidieron realizar esta investigación con población de Estados Unidos con una edad media de 49 años, un análisis en el que comprobaron que las personas que comían menos de ocho horas al día tenían un 91% más de riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares.
Además, en aquellas personas que ya tenían una enfermedad cardiovascular que comían en un periodo inferior a 10 horas lo asociaron a un 66% más de riesgo de muerte por problemas cardiacos o ictus. “Nos sorprendió descubrir que los que seguían un horario de alimentación restringido a ocho horas tenían más probabilidades de morir de enfermedades cardiovasculares”, sostiene Zhong.
Este experto señala que a corto plazo el ayuno intermitente puede tener beneficios, pero que su “investigación muestra claramente que, en comparación con un horario de comidas típico de 12-16 horas al día, una menor duración de las comidas no se asoció con vivir más tiempo”. De esta manera, llama a la precaución a pacientes con cardiopatías y cáncer, además de subrayar que las recomendaciones sobre dieta deben estar abaladas por expertos teniendo en cuenta las características de cada persona.
“Este estudio sugiere que la restricción horaria puede tener beneficios a corto plazo, pero efectos adversos a largo plazo”, finaliza el profesor de medicina en la Universidad de Stanford, California, Christopher D. Gardner.