Levantarse con niveles altos de ansiedad no es la mejor manera de empezar el día. Este problema se da más entre las mujeres y, especialmente, entre las de mediana edad. Según diversos estudios, la proporción de mujeres que sienten ansiedad o estrés matinal duplica a la de los hombres.
En primer lugar, los ritmos circadianos nos predisponen a ello. El cortisol, la hormona que nos hace estar activos y vigilantes, necesaria para realizar bien cualquier actividad que exija concentración, empieza a segregarse en torno a las 4 de la madrugada, cuando la noche empieza a batirse en retirada y los primeros rayos de sol asoman tímidamente. Su pico más alto surge entre las 7 y las 8 de la mañana, justo cuando nos levantamos e iniciamos las tareas cotidianas. Se trata de un mecanismo natural muy útil para desempeñar los deberes del día.
Sin embargo, cuando este cortisol se junta con un cuadro de estrés, con niveles de cortisol elevados, el resultado no es ponernos en marcha, sino entrar en estados de ansiedad. En el caso de las mujeres, estudios como el publicado en 2023 por la revista Nature neuroscience muestran que esta ansiedad aumentada tiene peores derivadas que la falta de sueño de calidad, una de las características de la menopausia.
Además de los niveles de cortisol, algunos hábitos matinales pueden contribuir al ansia matinal. El primero de ellos está relacionado con las pantallas. Si ya se sabe que la luz azul de las pantallas impide el buen descanso, ahora se sabe que mirar el móvil nada más levantarnos aumenta los niveles de estrés. La razón está en las ondas de vibración cerebrales. Durante el sueño son de tipo tetha, las más tranquilas y beneficiosas para la salud. Al ponernos a mirar el móvil pasan de manera abrupta a ser beta, las relacionadas con estados de vigilancia.
El segundo hábito que puede perjudicar es el café. Si bien el consumo de hasta tres tazas diarias no tiene por qué ser perjudicial, los últimos estudios advierten que cuando hay cuadros de ansiedad es mejor reducir la ingesta. Si nos decidimos a tomar menos café o, incluso, a dejarlo puede haber algunos efectos secundarios pasajeros, como son dolor de cabeza o sensación de menos energía.
Hacer frente a la ansiedad matinal es posible. Los psicólogos proponen un cambio de hábitos paulatino y armarse de paciencia. No hay soluciones inmediatas para eliminarla. Al margen de los hábitos, la personalidad de cada uno nos hace más o menos propensos a experimentarla. Lo ideal, por tanto, sería conocernos y saber qué nos causa ese estrés para poder disolverlo. Hasta que eso ocurra, ¿qué podemos hacer? Aquí van algunas recomendaciones:
En la mayoría de los casos, una simple modificación de hábitos es suficiente para reducir la ansiedad y poner coto a las prisas. Pero algunas personas no lo logran y necesitan la intervención de un profesional. Cuando la angustia vital no remite, los expertos suelen proponer alguna sesión de Terapia Cognitiva Conductual (TCC), en la que un psicoterapeuta ayuda al paciente a tomar más conciencia de sus pensamientos negativos para ser más resolutivo y menos vulnerable ante los retos diarios.