Hay algo estético en el taconazo blanco de Mario Vaquerizo suspendido en el aire. Algo de antes muerta que sencilla. Como si el líder de Nancys Rubias coreografiara su caída en tiempo real. Lamentablemente para el marido de Alaska, el vuelo artístico se estrelló contra el suelo de hormigón, dos metros más abajo y toda España se llevó un susto que ha durado todo el finde, hasta que se ha anunciado que el artista está fuera de peligro.
No es, por supuesto, la primera estrella que se cae del escenario. Hace nada a Olivia Rodrigo pareció tragársela la tierra cuando se cayó por un agujero del escenario. Dave Grohl, de los Foo Fighters se rompió la pierna en pleno concierto -se salió de la pista y aterrizó en el foso- y siguió tocando. Beyoncé rodo varias escaleras abajo y Lady Gaga 'desapreció del mapa' abrazada a un fan ante los reflectores.
En ningún caso hubo daños serios que lamentar, pero la cosa es bastante distinta cuando se trata de artistas que, como Vaquerizo, han pasado ya la barrera de los 50.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año mueren alrededor de 646 mil personas debido a las caídas, la mayoría de ellas mayores 50. De hecho, las caídas son la segunda causa de muerte por lesiones accidentales o no intencionales en el mundo. Y el peligro aumenta con el paso del tiempo: pasados los 65, por ejemplo, las personas se caen en promedio una vez al año. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España siete de cada diez adultos mayores de 65 que sufren una caída padecen sus consecuencias, y en al menos uno de estos diez casos los efectos son graves, dificultan la independencia de los ancianos y pueden llevar, incluso, a su fallecimiento.
Además de ser más peligroso por el tiempo de recuperación que requiere un cuerpo mayor, la descalcificación que hace que los huesos sean más frágiles o la pérdida de reflejos que impide que nos protejamos para evitar daños severos, según el doctor Eric Blake, jefe de la Unidad de Geriatría de Clínica Alemana, las caídas “también tienen efectos psicológicos, como el miedo a volver a caer. Esto genera una rehabilitación incompleta, una reducción en la movilidad y, por lo tanto, un mayor riesgo de sufrir una nueva caída. Finalmente, también puede producir problemas socioeconómicos, porque hay circunstancias en las que el adulto mayor no puede seguir viviendo solo y requiere de cuidados permanentes en su casa o ser trasladado a un hogar”, señala.
Artistas como Madonna o Sabina, por lo tanto, se juegan más el pellejo al subirse a un escenario. Y ya sea que, como la Reina del Pop, sus espectáculos incluyan complejas, coreografías, o sí, como en el caso del de Úbeda, simplemente te paseos siempre al filo del peligro, las caídas suelen tener consecuencias. A Sabina hubo que recogerlo en camilla y se sabe que su recuperación no fue tan rápida como se esperaba.
Este sábado, Mario vaquerizo era trasladado al Hospital Universitario de Cáceres, donde ha permanecido ingresado todo el fin de semana y en observación con, según ha trascendido, un posible traumatismo craneoencefálico. El domingo, Nancys Rubias comunicaba en sus redes sociales que el cantante se hallaba ya fuera de peligro.
Cuando habla de evitar caídas, la mayoría de especialistas habla siempre de adaptar el entorno a las necesidades de las personas. Evidentemente un artista profesional no solo pasa por un entrenamiento constante sino que cuenta con equipos médicos que se ocupan de cuidarles. Sin embargo hay casos en los que descuidos -hace poco Samantha Fox se tropezaba en Zaragoza contra un amplificador mal colocado-, un mal calculo, una mala señalización o una plataforma que gira, te pueden hacer llevar algo más que un disgusto.