La inflamación crónica y a baja escala es una enfermedad silenciosa de la que apenas nos damos cuenta hasta que entramos en una patología concreta. La buena noticia es que, en algunos casos, podemos revertirla de manera sencilla, tan sencilla que basta con lo que tienes en la nevera. Y si no tienes, cualquier supermercado basta para poner límitse a este trastorno del que pocas personas de más de 50 pueden librarse.
La piña puede 'salvar' de la inflamación crónica. Con ella, no engordaremos y haremos acopio de vitamina C, tan necesaria en esta época del año en que empiezan los resfriados, pero también en vitamina B1, vitamina B6 y vitamina B9. Además, la piña es fuente de minerales, destacando la presencia de potasio y, en menor proporción, de magnesio, hierro, cobre y manganeso. Pero aun hay más.
Su contenido en fibra es de 1,5 gramos por cada 100 de producto, lo que le confiere propiedades laxantes que ayudan a prevenir o mejorar los problemas de estreñimiento crónico u ocasional. Desempeña un papel fundamental en la función del colon y, al estimular el tránsito intestinal, arrastra toxinas y ayuda a eliminar las grasas sobrantes. Su alto contenido de agua y fibra ayuda a mejorar la digestión y a prevenir problemas gástricos e intestinales.
También es fuente de bromelina, un complejo enzimático digestivo que contiene azufre y que destaca por su actividad proteolítica, es decir, ayuda a digerir las proteínas descomponiéndose en aminoácidos. Esta enzima ha formado parte del tratamiento de dolencias como la acidez estomacal, la mala absorción de los medicamentos o las lesiones del tejido conectivo, y se cree que cuando se ingiere con el estómago vacío actúa como agente antiinflamatorio natural que ayuda en afecciones como la artritis, la sinusitis aguda, la inflamación abdominal o el dolor de garganta. Es importante no desnaturalizar la piña a temperaturas elevadas, ya que como con la gran mayoría de las enzimas, con el calor se pierden propiedades.
Pero este fruto, propio de climas cálidos tiene más propiedades nutricionales. Su principal virtud es que, junto a los beneficios para la salud, tiene efectos saciantes que son muy interesantes para la pérdida de peso. La piña es una fruta ideal para incorporar en un plan de alimentación para perder peso ya que, además de mejorar la digestión de las proteínas y regular el tránsito intestinal, puede ayudar a disminuir la hinchazón abdominal. También es saciante gracias a su contenido en fibra. Además, ayuda a evitar la retención de líquidos. Tiene un bajo contenido en calorías, 50 por 100 g, gracias a su elevado contenido en agua y un bajo contenido en hidratos de carbono, por lo que es ideal para una dieta. No son los únicos beneficios, la doctora Elena Soriano, de Clínica Menorca, comparte otros igualmente importantes:
Lo primero es saber cuándo una piña está en su punto listo para comer. Es tan sencillo como fijarse, por un lado, en sus hojas que deben estar verdes, si están marrones o con aspecto seco es que no está madura del todo o se ha pasado, además si se tira de las hojas deben desprenderse con facilidad. Si al tocarla los dedos se hunden significa que la piña está pasada, tiene que estar dura y debe pesar, ya que tiene mucho jugo en su interior. El color debe ser amarillento tirando a dorado, si tiene muchas zonas verdes es que todavía no está en su punto.
Hay muchas formas de pelar una piña, quizá la más tradicional sea cortarla como si fuera un melón, cortar la base y la parte de arriba y partirla a tajadas. Otra opción sería quitar también los extremos, apoyar la piña en su base y retirar la piel de arriba abajo, y una vez pelada cortar en rodajas. Para que dure más hay que guardarla bien tapada de forma hermética. Una buena opción es partirla, meterla en bolsitas y congelarla. Si la congelación se hace de forma correcta el valor nutricional no cambia de forma significativa, por lo que su contenido en nutrientes es prácticamente el mismo.