El corazón humano bombea más de 7.000 litros de sangre al día. Esto significa que, a lo largo de la vida, ha bombeado más de 200 millones de litros de sangre gracias a los más de 3.000 millones de latidos que ha realizado en el transcurso de esta.
Es, quizás, el músculo más fuerte de nuestro organismo ya que, pese a su pequeño tamaño, es capaz de soportar presión de manera constante y no dejar de trabajar en ningún momento, pues es el centro del sistema circulatorio y, por lo tanto, responsable de que todos los órganos y tejidos del cuerpo estén sanos.
Bombeando sangre constantemente a unos 2 kilómetros por hora, el corazón hace que esta llegue a todas las células del cuerpo, suministrándoles oxígeno y nutrientes para que se mantengan vivas y recogiendo las sustancias de desecho para su posterior eliminación.
Sin embargo, el corazón es susceptible de enfermar. Y teniendo en cuenta que es muy sensible y vista su importancia, no es de extrañar que las enfermedades cardíacas sean la principal causa de muerte en el mundo. Cuidar nuestra salud cardiovascular es importante, pero más aún si presentamos los siguientes signos que podrían estar indicando que este órgano que nos mantiene vivos, no está funcionando como debería.
Una arritmia cardíaca es un trastorno del corazón en el que hay una alteración en el ritmo de latidos de este. Puede estar relacionado con una frecuencia de latidos demasiado alta (taquicardia), muy baja (bradicardia) o bien porque el corazón late de forma irregular.
Las causas engloban desde factores genéticos hasta de estilo de vida, por lo que no siempre es posible prevenirlas. Los síntomas normalmente incluyen sensación de agitación en el pecho, dolor en el tórax, sudoración, mareos y desmayos, sudoración…
De todos modos, la mayoría de veces no dan una sintomatología grave y suelen consistir solo en episodios breves de alteración en el ritmo de latidos. El problema es que en casos graves, las arritmias aumentan el riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca, por lo que las personas propensas a padecerlas deben centrarse en seguir un estilo de vida lo más saludable posible.
El tratamiento únicamente se administra en los casos graves y suele consistir en medicamentos, aunque las sesiones de fisioterapia para controlar la respiración e incluso la implantación de un marcapasos pueden ser útiles.
La Insuficiencia Cardíaca (IC) es un enfermedad crónica y degenerativa del corazón que impide que éste tenga capacidad suficiente para bombear la sangre y por lo tanto de hacer llegar suficiente oxígeno y nutrientes al resto de los órganos. Puede manifestarse a cualquier edad, aunque la probabilidad de sufrirla aumenta con los años.
Según su forma de manifestarse, puede tratarse de una insuficiencia crónica o aguda. En el caso de la primera, la enfermedad se va manifestando gradualmente, pero los síntomas se intensifican con el paso del tiempo, mientras que la insuficiencia cardíaca aguda aparece de forma repentina y son graves desde el principio.
Con un tratamiento adecuado, los pacientes pueden mejorar rápidamente. Genera fatiga, ya que el corazón no puede distribuir la sangre suficiente que necesita el organismo. Además, puede provocar una acumulación de sangre, que puede salir de los vasos sanguíneos y congestionar los pulmones.
Los síntomas pueden variar de una persona a otra, en función del grado de la enfermedad aunque los más comunes son:
En algunos casos, el doctor podrá detectarla solo con una exploración del corazón, auscultación de los pulmones y palpación del abdomen y de las extremidades inferiores. En otros casos (la gran mayoría), serán necesarias pruebas complementarias como pruebas de esfuerzo, electrocardiogramas, ecocardiografías o una analítica completa.
La angina de pecho es el síntoma más característico de la cardiopatía isquémica, y se define como un dolor, opresión o malestar, generalmente torácico, irradiado al brazo izquierdo y acompañado en ocasiones de sudoración y nauseas.
Generalmente el factor desencadenante es el esfuerzo físico (podemos encontrar otros como frío o estrés) y el umbral anginoso (grado de esfuerzo a partir del cual el paciente padece angina), en la mayoría de los casos, es fijo. Los episodios típicos de angina suelen durar unos minutos (raramente más de veinte o menos de uno), desapareciendo con el reposo o tras empleo de nitroglicerina sublingual.
La angina estable es, por definición, aquella angina que aparece con el esfuerzo en la que no ha habido cambios en su forma de presentación en el último mes, e implica la no previsible aparición de complicaciones de forma inminente o evolución desfavorable en un futuro inmediato.