De las grasas saturadas a las trans: alimentos no recomendados para pacientes con artritis reumatoide

  • La artritis reumatoide afecta cada año a miles de personas en España y, aún sin cura, la alimentación es un factor clave para mantenerla controlada

Más de 20.000 personas son diagnosticadas cada año en España con artritis reumatoide, una patología reumática que consiste en la inflamación de las articulaciones y que en ocasiones se confunde con otras enfermedades como la artrosis, que provoca dolor en las articulaciones pero su causa no es una inflamación. Es una patología crónica que puede llevar a reducir considerablemente la movilidad de quien la padece si no se controla, pudiendo afectar a otros órganos. Existen tratamientos para frenar su avance o mejorar la calidad de vida, un marco en el que la alimentación también tiene su protagonismo, mientras unos alimentos pueden ayudar a estabilizar la enfermedad, otros pueden hacer justo el efecto contrario, por lo que es mejor reducirlos en la dieta.

Fuera de la despensa

Como comentábamos, la artritis reumatoide se produce con la inflamación de las articulaciones, como las manos, las muñecas, los pies, o las rodillas, provocando dolor e incapacidad si se descontrola. Por eso mismo ciertos alimentos que favorezcan esa inflamación no son los mejores bienvenidos para la alimentación del día a día. ¿Cuáles son esos productos que es mejor eliminar de la dieta?

Por un lado está el azúcar, una de las principales fuentes energéticas que tienen su contraindicación en los pacientes que padecen artritis reumatoide, pues su consumo puede producir un aumento de la inflamación de las articulaciones. Aún así, yendo a alimentos propios de las comidas principales, hay que tener cuidado con las grasas saturadas que se pueden encontrar en una gran cantidad de productos de origen animal, especialmente en las carnes. Pero ojo también con las grasas trans, propia de comidas rápidas como las hamburguesas y también presente en productos procesados. Estos dos tipos de grasa provocan un aumento del colesterol, un indicador nada favorable para la artritis reumatoide.

A pesar de que el omega 6 tiene funciones esenciales en el organismo, hay que tener cuidado con su consumo en exceso, ya que podría repercutir de forma negativa al generar sustancias inflamatorias que favorecen el desarrollo de la artritis reumatoide. Pero, ¿en qué alimentos se encuentra el omega 6? Pues si hablamos de comida, en la yema del huevo y en algunas carnes, aunque donde hay que tener especial cuidado es en los aceites, como el de maíz, el de soja o el de girasol, lo que lleva a que haya que evitar los fritos para mantener a raya la enfermedad.

Entonces, ¿qué es lo adecuado para la dieta?

Estos alimentos o productos no son nada beneficiosos al favorecer el desarrollo de la artritis reumatoide, pero estos otros que vienen a continuación, si bien no curan la enfermedad, sí que pueden hacer que esta se mantenga, mejore un poco o que no se complique más de la cuenta, por lo que introducirlos en la dieta sería lo adecuado para quienes padecen esta patología. ¿Cuáles son?

Si el omega 6 no es el mejor aliado para los pacientes con artritis reumatoide, el omega 3 sí lo es porque hace, justamente, la función contraria: disminuye la producción de sustancias que generan la inflamación articular, entre esos alimentos destacan algunos pescados, como el salmón. Y como sustitución para los aceites anteriores, el de oliva virgen extra es el ideal para evitar la inflamación.

Por su parte, una alimentación variada y saludable es lo más recomendable, en donde las frutas, las verduras y los cereales integrales son de gran ayuda para que la artritis reumatoide se mantenga y no avance a niveles más graves que conlleven un empeoramiento de la calidad de vida de quienes la padecen. Esto se debe a que sus valores en fibra también ayudan a reducir la inflamación que se concentra en las articulaciones.

Aunque la alimentación no es ninguna cura para la artritis reumatoide sí es un mecanismo para controlar la enfermedad si se lleva la dieta adecuada en la que prevalezcan los alimentos que favorecen su control sobre aquellos que puedan ser perjudiciales al producir sustancias que generan esa inflamación en las articulaciones que provoca dolores, falta de movilidad y un empeoramiento de la calidad de vida si avanza a un grado grave de afección.