La campaña electoral en Estados Unidos ha dado un giro inesperado con el contagio por coronavirus del presidente y candidato republicano, Donald Trump. Después de varios días ingresado, el mandatario se ha dirigido directamente a los "seniors" para captar su voto de cara su reelección el próximo 3 de noviembre. Además, para recuperarse de la enfermedad, Trump ha recibido un tratamiento con anticuerpos monoclonales que le ha permitido salir a saludar a sus votantes a la puerta del hospital. También ha anunciado que distribuirá el tratamiento a todo aquel que lo necesite . Pero ¿qué son exactamente los anticuerpos monoclonales?
En una nota de prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el órgano científico los ha definido como "uno de los tratamientos más prometedores para enfrentarse a la covid-19". La técnica consiste en "clonar los anticuerpos procedentes de los pacientes que han superado la covid y que les han ayudado a neutralizar el coronavirus". Se trata, por tanto, de algo parecido a "versiones sintéticas de las defensas producidas por el sistema inmunitario". Según los primeros resultados que se han ido dando, el CSIC afirma que estos fármacos experimentales serán capaces de ayudar tanto al principio como al final de la infección.
Una de las mayores ventajas de estos anticuerpos sintéticos es que se pueden producir en laboratorio "de forma ilimitada". La estrategia principal de este tipo de defensas se basa en "diseñar en el laboratorio versiones de las moléculas para reconocer objetivos específicos que impidan la replicación del virus o eviten que el sistema inmunitario reaccione al virus de forma descontrolada. Una de sus principales valías reside en la capacidad que tienen para hacer que un paciente con sintomatología leve no pase a grave.
Este tipo de anticuerpos están producidos por un solo tipo de célula del sistema inmune, los linfocitos B. Estos tienen una especifidad única en cada uno de ellos contra un determinado antígeno o sustancia del virus. Es por ello que se llaman monoclonales. En el caso de la COVID-19, la cuestión reside en seleccionar aquellos que reconozcan la proteína S, propia del coronavirus, y que sean capaces de "inactivar al virus para poder proteger a los pacientes".
No tienen limitación cuantitativa del plasma que se obtiene de los pacientes recuperados de coronavirus.
Para obtener estos anticuerpos se hace valer una técnica que consiste en "inmunizar ratones humanizados o células humanas" y estimularlos "fuertemente" para inmunizarlos. Con ello, se seleccionan los clones que producen anticuerpos unidos al virus. Después, se debe analizar si estos anticuerpos creados a partir de los clones derivados de los linfocitos B neutralizan el virus. Aquellos que funcionan se seleccionan y se cultivan, evaluando la protección que ofrecen en animales como el ratón o el hurón.
El CSIC afirma que son una "vía prometedora para tratar el coronavirus", ya que esta terapia tiene la virtud de ser "tremendamente específica". Los anticuerpos monoclonales que funcionan como contención de la COVID-19 pueden ser producidos a gran escala, y la gran ventaja es que se puede ser muy selectivo a la hora de elegir aquellos que garantizan una neutralización potente de los efectos.
Esta técnica es, además, una perspectiva de futuro prometedora por la proyección a gran escala y el bajo coste que afirma que supondrá el CSIC. La tecnología "está perfectamente establecida, hay muchas variantes de la misma, pero se considera una tecnología convencional que se puede desarrollar en muchísimos laboratorios y producir a gran escala". Sobre sus virtudes, los investigadores aducen que está obteniendo buenos resultados en el tratamiento de tumores y que podría suponer un avance significativo en la contención del virus mientras no exista una vacuna, además de recalcar que hay pocos efectos secundarios.
Los investigadores aseguran que la terapia estaría lista para probar en humanos "a primeros del año que viene".