Once colonoscopias y un análisis genético. Es por lo que pasó Francisco hasta que le diagnosticaron su celiaquía. En ese momento tenía 50 años y su vida cambió de forma radical. En España, hay más de 500.000 personas afectadas y el número de diagnosticados aumenta un 15% cada año.
Entre el 20 y el 50% de los diagnósticos se dan en personas mayores de 50 años, "se trata de una enfermedad resiliente, que no manifiesta normalmente todos sus síntomas de golpe. Hay formas leves que dan una sintomatología poco precisa", explica El doctor Francisco Botella, vocal de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). "Una anemia no explicada, alguna lesión en la piel o la desnutrición son los principales indicadores de la misma", añade.
En el caso de Francisco, los dolores intestinales eran constantes. "Parecía que tenía gastroenteritis continuamente y en un principio los médicos pensaban que podía ser colon irritable asociado al estrés. Pero un día una doctora me recomendó hacerme un análisis genético y reveló que podía ser celiaco. Comencé una dieta sin gluten y empecé a mejorar", cuenta.
Este procedimiento es el normal, afirma el doctor. "Lo primero que se hace es una prueba genética para ver si el paciente es susceptible de tener la enfermedad, porque no todo el mundo lo es. Después, se hace un estudio de anticuerpos y se acaba con una biopsia", aclara Botella. A partir de ahí, si los resultados son positivos solo hay una solución: dejar el gluten porque el doctor sentencia: "no tiene cura solo se mejora dejando de comer estos alimentos".
Hace seis años que se lo diagnosticaron y los primero meses fueron muy difíciles. "Ya la primera semana noté que la cesta de la compra era mucho más cara, que hay productos que no podía tomar y sus sustitutos no son buenos ni baratos", comenta Francisco. "Los supermercados están mejorando pero me paso el día leyendo las etiquetas de los alimentos", bromea.
Dentro de casa tiene un pase, pero el mayor problema viene al salir a comer fuera. "Las opciones son muy limitadas y nunca estoy 100% seguro de que puedo comerlo. Hasta tomarme una cerveza es complicado. Me he intoxicado muchísimas veces con cosas que, aparentemente, no tendrían que llevar gluten, como por ejemplo con un pulpo a la plancha. El aceite con el que cocinan los alimentos, el no haber limpiado bien la sartén u otros utensilios, son pequeñas cosas importantísimas cuando eres celiaco”, apunta.
Porque cuando se habla de esta enfermedad la cantidad de gluten no importa. "Cualquier pequeño contacto con un alimento que tenga gluten puede hacer daño. No se trata de comer mucho o poco sino de no comer absolutamente nada. Un alimento no puede ni rozar con otro que tenga gluten", explica el vocal de la SEEN.
Por esto mismo, Francisco ha tomado una decisión. "Cuando viajo no como absolutamente nada en ningún sitio. Me suelo llevar paquetes de lomo y cosas que puedo comer en la maleta. No me puedo, ni me quieron arriesgar. He llegado a perder hasta vuelos por estar en el baño tras haberme intoxicado con algún alimento. En España cada vez están mejor las cosas pero fuera, todavía queda mucho por hacer", afirma.
"Los primeros tres o cuatro años estaba enfadado con el mundo. Salir de casa era sinónimo de disgusto, no solo yo sino también la gente que venía conmigo. Ahora hay menos desconocimiento y me tomo todo con mucha más calma. Es un problema que tengo yo y ya no pido que la sociedad se adapte", concluye.