Hace ya más de 20 años desde que se comenzó a comerciar la viagra, el fármaco que cambió la vida sexual de los hombres con disfunción eréctil. Lanzada al mercado en 1998, las famosas pastillas azules nacieron por pura casualidad. Por aquel entonces, sus precursores buscaban un remedio eficaz que utilizase sildenafilo, el principio activo de la viagra, para tratar los problemas de anginas de pecho e hipertensión arterial. En las primeras fases de los ensayos clínicos, sin embargo, se dieron cuenta de que su fármaco no ofrecía la respuesta que esperaban. Por el contrario, donde sí parecía tener un efecto inesperado, aunque notorio, era en la entrepierna, y el resto, como quien dice, es historia.
Desde el momento en que llegó a las farmacias, la viagra se ha convertido en uno de los fármacos más famosos y vendidos del mundo. De hecho, solo en sus dos primeros años de facturación, consiguió engrosar mil millones de dólares anuales en Estados Unidos, lo que nos da una idea del número de parejas que vieron cómo su vida sexual tomaba un rumbo mucho más placentero.
A pesar de que la viagra está pensada para hombres mayores con problemas de disfunción eréctil, son muchos los jóvenes menores de 30 años que, sin tener ninguna patología de esta índole, deciden consumir estas pastillas antes de mantener una relación sexual por miedo a sufrir uno de esos temidos gatillazos o a no dar la talla en la cama. Sin embargo, y por muchos finales felices que pueda darnos, abusar de este medicamento puede tener importantes consecuencias para la salud.
La viagra es un fármaco que inhibe la enzima fosfodiesterasa 5 y aumenta considerablemente la producción de óxido nítrico, el vasodilatador más potente que existe, provocando, así, la dilatación de los vasos sanguíneos.
Este medicamento, que debe consumirse en dosis de entre 25 y 30 miligramos, siendo la ingesta máxima que se puede tomar al día de 100 miligramos, produce un incremento temporal del flujo sanguíneo hacia el pene cuando los hombres están excitados, permitiéndoles tener erecciones más fuertes y duraderas.
Los efectos de la viagra comienzan a notarse a partir de la media hora de ingesta y pueden llegar a prolongarse entre tres y cinco horas. Los expertos recomiendan que su consumo se realice con 24 horas de espera entre dosis y dosis y que se limite solo a aquellos varones que tengan problemas de disfunción eréctil, pero cada vez son más los hombres que deciden utilizarla con usos recreativos y sin prescripción médica.
Este uso irresponsable de las pastillas azules, sin embargo, puede traducirse a largo plazo en un problema de dependencia psicológica al medicamento capaz de generar una auténtica impotencia cuando no se consume. Es decir: al estar tan acostumbrado a consumir viagra antes de mantener relaciones sexuales, ya no pueden tener sexo sin tomarlas, pese a que, inicialmente, no tuvieran ningún tipo de problema.
Esta dependencia es uno de los peligros más comunes del uso recreativo de la viagra, pero no es la única. Al tomar estas pastillas sin la receta de un médico, es decir, sin un diagnóstico que les especifique cada cuánto y en qué dosis deberían tomarla, muchos hombres acaban superando las dosis recomendadas, provocando la aparición de efectos secundarios como el dolor de cabeza, los mareos o los sofocos, entre otros. Si se padecen ciertas enfermedades o se toman algunos fármacos, asimismo, el consumo simultáneo con la viagra puede provocar importantes caídas de presión arterial.
Otro problema del uso recreativo de la viagra es que, normalmente, los hombres que la toman de esta manera suelen hacerlo después de una noche de fiesta, tras haber consumido alcohol y, en algunos casos, drogas. Un cóctel molotov con todas las letras que puede llegar a provocar problemas cardíacos y un peligroso descenso de la temperatura corporal de la zona de los genitales. Además, también puede darse el caso de que, por la mezcla, el fármaco no tenga los efectos deseados.
Por ello, solo debe consumirse la viagra bajo prescripción médica, siguiendo todas las indicaciones que nos den y en las dosis recomendadas, sin mezclarla con otras sustancias. Y es que para tener una noche feliz, muchas veces no hacen falta las pastillas.