Si hay que hablar de la hormona masculina hay que hacerlo de la testosterona, su hormona sexual que se produce en los testículos. Pero, ¿cuál es la principal función de la testosterona? Pues esta hormona consigue definir esas características que se asocian normalmente con la masculinidad, como el vello facial y corporal, una musculatura más definida, mayor gravedad en el tono de voz o su capacidad e instinto sexual. A partir de cierta edad es común que los niveles de testosterona comiencen a reducirse pero, ¿por qué ocurre? Y lo más importante: ¿qué consecuencias tiene ese déficit en nuestro organismo?
No hay vuelta atrás, entre los 30 y los 40 años todos los hombres comienzan a disminuir su nivel de testosterona de forma totalmente natural, una bajada que puede ser de un 1 o 2% cada año. Por lo general este proceso no debería causar grandes problemas a los hombres, pero hay puntos en los que sí que puede tener cierta importancia esa disminución de la testosterona en los hombres. Esta disminución se la conoce como hipogonadismo, una afección que podría ser grave durante el desarrollo fetal o en la pubertad.
La bajada de la testosterona a partir de los 30 años es algo normal, pero esa reducción puede deberse a ciertas causas si el problema tiene el origen en la glándula pituitaria o en el hipotálamo, que son los encargados de regular esta hormona en nuestro cuerpo. De esta manera un problema en cualquiera de ellos puede ser la causa de que se provoque el hipogonadismo. Pero ojo, porque cualquier lesión o problema en los testículos, así como el abuso del consumo de alcohol, la diabetes o tratamientos contra el cáncer también pueden ser las causas de que la testosterona baje.
¿Y cómo repercute que la testosterona baje en el organismo masculino? Los síntomas que se pueden desarrollar por esa disminución de la testosterona son múltiples. El humor puede ser uno de los puntos donde más se note, ya que se puede demostrar una mayor irritabilidad o signos propios de ansiedad o depresión. Al ser una hormona sexual es frecuente que también afecte a este ámbito, viéndose reducido el deseo sexual pero también pudiendo provocar disfunción eréctil.
Además, uno de los puntos más comunes es la reducción del vello tanto facial como corporal, sumándose a ello una menor tolerancia al ejercicio físico, menguando la musculatura. Y cuidado, porque a largo plazo podría afectar también al sistema óseo de forma que hayan más posibilidades de que se padezca osteoporosis y los huesos se vean más debilitados y frágiles, por lo que una rotura se podría hacer con mucha más facilidad.
Cabe recordar que el nivel de testosterona va a menguar con el paso de los años después de llegar a su pico. Lo que hay que evitar que baje más de la cuenta hasta provocar el hipogonadismo, para lo que es fundamental mantenerse en un buen estado físico, con una dieta saludable y unos buenos hábitos que no aceleren a nuestro cuerpo a perder más testosterona de la que debería.
En tal caso, si se llegase a diagnosticar hipogonadismo, el paciente debería ser derivado al endocrino, que es el especialista que debe tratarlo y administrar o recetar un tratamiento de tal manera que los niveles de testosterona se mantengan en niveles adecuados. Pastillas, parches sobre la piel, geles o hasta inyecciones son algunos de las principales formas que hacen que la testosterona se logre mantener.
El especialista será el que indique qué fórmula farmacológica es la idónea para cada paciente ante posibles efectos secundarios que pueda tener. Por eso mismo es clave mantener revisiones cada cierto tiempo e incluso análisis de sangre regulares para ver cómo evolucionan los niveles de la hormona desde que se está en tratamiento. En cualquier caso, tu endocrino será el que valore la evolución y el tratamiento dependiendo de tus síntomas y las causas que hayan provocado el déficit de testosterona.