Unas 30.000 personas fallecen de muerte súbita cada año en España. Muchas de ellas podrían evitarse con un desfibrilador cardioversor implantable (DCI), un pequeño dispositivo instalado en el pecho y conectado al corazón cuyo objetivo es corregir las arritmias súbitas y llevarlo de nuevo a su latido habitual. Su funcionamiento, instalación y preguntas más frecuentes te las explicamos aquí.
El DCI está compuesto por varias partes que están instaladas en la zona del corazón. La más llamativa es el generador de pulso, que tiene el tamaño de una galleta grande y funciona a pilas. Este dispositivo se instala en la parte izquierda del pecho, cerca del corazón, y de manera subcutánea, entre el músculo y la piel.
A su vez, está conectado de manera directa al corazón gracias a unos pequeños cables con electrodos que se insertan por las venas hasta los ventrículos y son los que se encargan de leer toda la información que va generando el órgano.
En algunas ocasiones también se instala, junto con el DCI, un marcapasos, de tal manera que por un lado se corrigen posibles arritmias de manera instantánea y, por el otro, se ayuda al corazón a latir con más coordinación.
Tal y como explica la Sociedad Española de Cardiología en una guía de uso de este tipo de dispositivos, "la mayoría de los casos de muerte súbita podrían ser evitados con una desfibrilación precoz e inmediata. Para ello es necesario que, tras un completo estudio, el cardiólogo verifique que ha tenido una arritmia ventricular que puede volver a repetirse o está en riesgo de padecerla".
La implantación de un DCI no es baladí, y está únicamente recomendada para determinados grupos de riesgo. Por ejemplo, "a los pacientes que han sufrido una parada cardíaca o algunas otras arritmias ventriculares malignas, a algunos pacientes que han tenido algún episodio de pérdida de conciencia y tras un extenso estudio se les recomienda la implantación de un DCI por el riesgo que tienen de sufrir un episodio de muerte súbita. Además, se puede indicar de forma preventiva en pacientes con riesgo de padecer estas arritmias y en los que el DCI ha demostrado ser eficaz en la prevención de muerte súbita, aún sin
haber tenido ningún síntoma", explican desde la Sociedad de Cardiología.
No hay un único protocolo de actuación para este tipo de dispositivos en relación con el latido del corazón. En función del comportamiento de este, el aparato actuará de una manera o de otra. Por ejemplo, en el caso de un latido rápido y fuerte, el DCI aplica pequeños estímulos para que el corazón retome su latido habitual. Es lo que se llama "terapia antitaquicardia".
En el caso de que continúe la arritmia y vaya a más, el DCI puede aumentar su potencia y aplicar una descargar eléctrica más fuerte. En este caso se llama "cardioversión", y el paciente ya comienza a notar los efectos de la interacción entre el DCI y el corazón.
En última instancia, y ante el empeoramiento de la situación, el DCI puede llegar a realizar una descarga eléctrica sobre el corazón, una desfibrilación que el paciente nota como un golpe en el pecho que ayuda a que todo vuelva a la normalidad.
Otra de las funciones que tiene el DCI cuando todo va normal es recoger datos del latido habitual del corazón para ofrecérselos después al cardiólogo cuando el paciente acude a consulta. Algunos más modernos también se pueden conectar desde casa para no tener que ir presencialmente hasta el centro médico y, si todo marcha correctamente, continuar con él implantado a la espera de que nunca tenga que actuar de urgencia.