"Los comienzos son muy duros. Es como un duelo: no lo crees, no lo aceptas, luego te vienes abajo... pero, superada esa etapa, te pones en marcha y lo sacas adelante como sea", explica Myriam, de 53 años, en el Día Mundial contra el Cáncer. Con 45 le diagnosticaron un cáncer de mama y ahora puede contarlo gracias a un nuevo tratamiento experimental que le aplicaron en 2012. Como ella, según los datos aportados por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en España se curaron en 2018 el 55,3% de hombres y el 61,7% de las mujeres que estaban entratamiento.
La vida te cambia cuando te dan el diagnóstico. Y puede suponer un aténtico agujero negro de emociones, pero una de las claves está en la actitud con la que se aborda. Pasamos los primeros meses de incertidumbre y miedo, y una vez recibido el alta, puede ser la oportunidad de reflexionar sobre cómo encarábamos la vida antes y qué ha traído de bueno esa experiencia tan brutal. Myriam, por ejemplo, destinó sus energías a ayudar a los demás en el proceso a través de una asociación local, 'Tu sonrisa nos importa', que ella misma fundó.
Cada año se diagnostican en España más de 277.000 nuevos casos de cáncer, y, según las últimas estadísticas de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el riesgo empieza a aumentar de forma importante a partir de los 45-50 años. La detección temprana es fundamental para reducir la tasa de mortalidad, pero no menos importante es el apartado psicológico para llevar la enfermedad de la mejor manera posible.
En la mayoría de las ocasiones aborrecemos la rutina: del trabajo a casa y así durante días, semanas, años... Pero, en otros momentos de la vida, la rutina se convierte en "un tablón salvavidas" en mitad de un naufragio. "Bendita rutina: es fundamental quedarnos con ella, con nuestros horarios, que no haya un cambio significativo en nuestra vida", explica Marta de la Fuente, psicooncóloga de MD Anderson.
"Hay que introducir la parte de cuidado de la salud en nuestra vida, pero, a parte de eso, hay que salir a caminar, tener contacto social y arroparnos de nuestros seres queridos. Cuando estamos en una situación tan intensa nos viene bien la 'normalidad'", comenta De la Fuente.
En el caso de Myriam, además de seguir con su rutina, el cáncer le hizo ver el lado emprendedor de la vida. "Yo seguí con mi vida normal. Se me cayó el pelo, pero no es lo que más me importó, nunca me puse peluca. En cuanto a los efectos secundarios emocionales tienes altibajos, como te ocurre en la vida normal. Si no te rayas con el tema va bien, si no puedes entrar en depresión. Si te quedas enroscado en 'qué mierda de vida' no te va a ir nada bien", explica.
A pesar de que la Asociación Española Contra el Cáncer brinda servicios de actividades y compañía para los pacientes oncólogos, en muchas ocasiones desplazarse hasta sus sedes resulta todo un esfuerzo para personas que tienen que lidiar con los efectos secundarios de tratamientos agresivos. Por eso a Myriam se le ocurrió montar una asociación local para ayudar a la gente del pueblo donde reside, Brunete (Madrid).
"Con 'Tu sonrisa nos importa', buscaba acercarle a la gente que está mal la ayuda extra, ese espacio para que se sienta a gusto, porque muchas veces basta estar con más personas para sentirte reconfortado. Parte todo de mi experiencia, de mi superación ayudar a los demás", cuenta. Ahora, aunque ella ya no está en la Asociación, esta organiza actividades como cocidos y carreras solidarias, así como prestar apoyo a los afectados por el cáncer en el municipio.
Un cáncer a veces llega a ser un parón en la vida. Un momento de inflexión en el que miras hacia atrás, ves todo lo que has sido y lo que quieres ser en el futuro que te espera.
Sin embargo, a la hora de volver a la realidad y de incorporarse de nuevo al mercado laboral no siempre el cuento tiene un final feliz.
"La persona que está trabajando antes de tener un cáncer no hay problema, se reincorpora y ya está, pero si tienes que buscar trabajo y te preguntan un poco y hablas de cáncer no lo tienes fácil. Cuando eres mujer, has tenido cáncer, y ya tienes una edad, te miran mal en las entrevistas", se queja Myriam.
En el terreno psicológico, De la Fuente recomienda, sobre todo, tener paciencia. "Una vez recuperados hay que marcarse objetivos alcanzables. No es cuándo lleguemos, sino llegar. A veces la mente está muy ilusionada pero el cuerpo no acompaña, y esto provoca frustraciones que pueden pasar factura también".
Además de los cambios físicos que te puede dejar el cáncer, este también puede llegar a moldear la actitud con la que te tomas las cosas importantes de la vida.
"Te cambia igual que si te separas o te quedas en el paro", comienza a relatar Myriam. "Dejas de dar importancia a las cosas nimias de la vida y te centras en lo importante". En su caso, además, el cáncer le ha convertido prácticamente en una superheroína social. "Superar el cáncer de mama me ha creado una coraza emocional para que 'me resbalen' las cosas banales", cuenta orgullosa.
"Claro que te cambia: no es que sea ahora más feliz ni más triste, pero filtras mucho más y no le das tanta importancia, aunque la experiencia y la madurez también te lo da", concluye Myriam, cuyo próximo proyecto es intentar que los médicos cambien el lenguaje con el que se comunican con los pacientes de cáncer y se convierta en algo "más amable, más humano y menos técnico".