"Contra todo pronóstico, parece que mi madre ha superado el coronavirus... ¡A seguir dando guerra, Mamá!", publicaba en Twitter el empresario madrileño Diego Ballesteros este domingo 22, 10 días después de que su madre, María Antonia Doncel, de 79 años, fuera ingresada en El Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz tras dar positivo en la COVID-19. Un mensaje de alegría que Twitter ha recibido con ganas -y con casi 40 mil 'me gusta'- mientras en España atravesamos uno de los momentos más críticos desde que la OMS declarara la situación de pandemia. El número de contagios detectados asciende a 33.000, han fallecido 2.182 personas y hay 2.355 ingresados en la UCI. "Esto es una tormenta, pero se puede salir. El suyo es un caso empírico", cuenta emocionado Diego al otro del teléfono.
"Mi madre tiene una salud mala: una cardiopatía complicada, problemas de tiroides y un sobrepeso importante. Como podrás imaginar, cuando dio positivo en coronavirus su cuadro médico indicaba que no tenía muchas posibilidades de sobrevivir". Diego es el pequeño de sus cinco hijos y explica a Uppers, aún recuperando el aliento después de todo, cómo él y sus hermanos han vivido estos días: "No hemos pasado más angustia e impotencia nunca, además no podíamos ir a verla porque está prohibido ir al hospital en esta situación".
María Antonia cumple 80 este año y es madrileña de adopción, emigró desde su pueblo (Malpartida, Cáceres) a El Pardo cuando era muy joven para buscarse la vida. Allí conoció a su marido, que falleció hace tres años, creó su familia y trabajó en Zarzuela hasta que la edad y su salud se lo permitieron. "La nuestra siempre ha sido una casa bastante matriarcal. La figura de mi madre ha sido el epicentro, ella es una persona superfuerte. Cuando hemos pasado rachas complicadas económicamente en la familia y éramos pequeños lo ha ocultado. Siempre intenta no transmitir que algo va mal. Con su salud igual, le quita hierro a la situación", explica Diego. Por eso, cuando durante sus días de ingreso hospitalario en conversación con una de sus hijas María Antonia pensó que no saldría adelante, el nudo en el estómago se les agarró aún más fuerte. "Pero se hizo un rayito de luz y ha salido adelante", cuenta Diego aliviado.
Los síntomas empezaron la semana del 9 de marzo: febrícula, malestar, tos. El jueves 12 de marzo, cuando se agravaron y ya le costaba respirar, le hicieron un test y dio positivo: "La recogió una ambulancia y se la llevaron para ingresarla", narra Diego. "Los primeros días fueros muy difíciles, la sensación de ahogamiento es especialmente dura cuando son tan mayores".
Mientras los que permanecen en casa y fuera de riesgo temen a la saturación informativa y la constante de malas noticias, las personas a las que les ha tocado vivir la crisis del coronavirus de cerca -aunque no en cercanía- subrayan la dificultad de gestionar la poca información que, comprensiblemente y a causa del aislamiento y de la saturación de los servicios sanitarios, reciben. "Con ella sí podíamos hablar porque tiene teléfono móvil, aunque muy poco porque se ahogaba. La metimos en un grupo de WhatsApp con todos los hijos y nos contaba alguna cosa, nos leía. Pero no todas las personas mayores tienen móvil y, sobre todo, lo más complejo ha sido que no teníamos comunicación con los médicos. Lo entendemos porque están desbordados atendiendo a los pacientes. Aún así, ver pasar el tiempo y no tener ni una sola noticia del estado de la evolución de tu madre es muy duro". Diego movió cielo y y tierra y, a través de un amigo, otro amigo y terceros conocidos, pudo conseguir el contacto de alguien que trabaja en la Fundación Jiménez Díaz.
"Así supimos que habían probado con ella el tratamiento con retrovirales, creo que ha sido de las primeras personas a las que se lo han empezado a aplicar. Ella firmó el consentimiento, no estoy seguro de si pudo entender bien en qué consistía lo que le explicaban pero ella confía mucho en nuestro sistema de salud y se puso en sus manos". Poco más de una semana después, María Antonia está en Madrid, en casa de una de sus hijas y permanecerá en aislamiento otros 10 días. "El tratamiento es duro, les machaca. A nivel físico les deja hecho un trapo", cuenta Diego según la experiencia de su madre. "No le han hecho prueba para ver si ya lo ha superado, pero se está recuperando y cogiendo fuerzas. Entendemos que si los médicos la han mandado para casa, considerando que aquí puede ser atendida por la familia, es que está fuera de peligro. Ahora le están haciendo un seguimiento remoto".
"Cuando no está con náuseas, como esta mañana, ya le empezamos a notar que está mejor, que va recuperando su vitalidad". ¿El mejor termómetro para detectarlo? Su vuelta a las andadas ejerciendo su papel de abuela y madre cuidadora. "Sus nietos son su pasión, le decimos que es como la abuela Herminia de Cuéntame", explica Diego. "En cuanto ha empezado a preguntar y a preocuparse que qué pasa con mi empresa -tengo 80 trabajadores a mi cargo y la situación también está siendo complicada en lo profesional- y que cómo están los nietos, pensando en los demás como ha hecho siempre, nos hemos dado cuenta de que está mejorando".
La alegría de la recuperación de María Antonia ha compartido difusión en redes y emoción colectiva con la nonna. Alma volvía a su hogar habitual, la residencia de ancianos San Giuseppe, hace cinco días. Como la de ellas dos, la historia de otros anónimos mayores que conseguían superar la COVID-19 gracias a la atención sanitaria se ha colado en algunos timeline, siempre con una respuesta positiva y cargada de esperanza. Mensajes que desgraciadamente, también convive con otros en los que muchos familiares despiden a sus seres queridos en tiempos que hacen especialmente difíciles ese adiós por los protocolos de seguridad anti contagio.
"Están siendo unos días muy intensos, muy duros y una recuperación es una noticia tan positiva, tan inesperada que, afortunadamente pudiendo decir que mi madre está bien y en casa, sentí que de verdad era un rayo de luz que quería compartir". Y así lo han sentido sus seguidores y otros tantos desconocidos: "Hay personas mayores que me dicen 'gracias por compartirlo, nos da esperanza' o 'qué bien amanecer con una noticia así'. La gente necesita que lleguen estas cosas".