Con la llegada del verano son muchos los que buscan el milagro para perder algún que otro kilo o michelín antes de irse de vacaciones a la playa. Cualquier milagro de última hora es complicado, por no hablar de imposible, pero siempre se puede intentar cambiar de rutina o de costumbres para, al menos, ir adaptando poco a poco nuestro cuerpo a hábitos más saludables. Alimentación y ejercicio son dos aspectos clave si de verdad queremos un cambio, y precisamente qué comemos y cuándo se convierte en un factor esencial.
A través de la alimentación recibimos las vitaminas, grasas, minerales o proteínas, entre otros, que necesitamos para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo y, como no, lo ideal es llevar una dieta equilibrada y variada, lo más cercana posible a la mediterránea, evitando el picoteo que tira por tierra el buen hacer previo.
Pero más allá de qué servimos en el plato cada día, es importante tener en cuenta el momento del día en el que comemos, ya que al parecer juega un papel importante a la hora de perder peso, es lo que afirma la dietista australiana Susie Burrell. A raíz de un estudio elaborado en Reino Unido, Burrell explicaba al Daily Mail que hay tres momentos del día peligrosos en los que hay que evitar comer o caer en nuestros grandes antojos si de verdad queremos perder peso.
¿Cuáles son esos tres momentos? Pues la investigación que señala la dietista habla con exactitud de un momento de la mañana, otro de la tarde y otro de la noche. En concreto, las 11:01 horas, las 15:14 horas, y las 21:31 horas. Tres instantes en los que se señaló como las personas que hacían dieta consumen 750 calorías más al día en ellos, unos instantes que coinciden con los que más picotean las personas.
En otro artículo publicado en 7News, la dietista da algunas claves para evitar los atracones y explica que esas tres horas se atribuyen a la visita a la cafetería a media mañana, al snack de media tarde o un pequeño atracón después de la cena. Por ello, da ciertos consejos para que no ocurra.
Entre ellos aconseja un pequeño piscolabis unas horas después de desayunar, a ser posible antes de las 10:30, para no tener hambre antes del almuerzo, intentando que ese refrigerio no supere las 200 calorías. Para después del almuerzo, señala que hay que huir de los dulces y optar, por ejemplo, por barritas de frutos secos, mientras que para la noche establece o un té o chocolate negro para saciarnos a última hora del día. Es decir, plantea planificar las rutinas para poder "disfrutar de un solo alimento dulce para controlar las calorías" que ingerimos a diario.