No son pocos los que ya han eliminado el azúcar de sus despensas. Alternativas hay para dar y regalar, desde los que han integrado en sus hogares el azúcar moreno, los que han optado por la sacarina, los que prefieren la miel, o los que se han decantado por algún edulcorante. Ya que el consumo de azúcar está relacionado con enfermedades como la obesidad, muchos se deciden por los edulcorantes artificiales porque reducen considerablemente la ingesta calórica manteniendo ese sabor dulce que tanto nos engancha. Sin embargo, también pueden provocar algunos problemas.
Así lo expone un estudio que ha sido publicado en Nature Medicine, que sugiere en sus conclusiones que el eritritol, un edulcorante de uso común, está relacionado con la aparición de enfermedades cardiovasculares.
Este tipo de edulcorantes artificiales se utilizan especialmente en alimentos y bebidas para eso, para reducir el consumo de azúcar, o incluso se recomienda como alternativa para personas con cardiopatías o diabetes. Por lo general se consideran seguros, pero es cierto que no se ha estudiado lo suficiente sus posibles efectos para la salud a largo plazo.
En concreto, el eritritol es un sustituto del azúcar de un uso bastante frecuente que se produce de forma natural y se encuentra en frutas y verduras, pero en cantidades bajas. Si quieres comprobar en la etiqueta de cualquier producto de tu despensa si está, se identifica como E-968 en la legislación de la Unión Europea. Tras ingerir el eritritol el organismo no lo metaboliza del todo, por lo que pasa a la sangre y se elimina principalmente por la orina.
Los investigadores recogieron información de 1.157 personas en Estados Unidos y en Europa que estaban siendo seguidas por diversos problemas cardiovasculares a lo largo de tres años, detectando que aquellas personas con niveles de eritritol más altos en la sangre tenían un mayor riesgo de sufrir un evento cardíaco adverso de gran importancia, incluida la muerte. No obstante, también analizaron los efectos de agregar eritritol a sangre completa o a placas aisladas.
El equipo de investigación, liderado por Stanley Hazen, sostiene que las agencias reguladoras consideran a este tipo de edulcorantes como seguros, pero apuntan que son necesarios más ensayos de calidad para conocer los efectos de su consumo a largo plazo. No obstante, sí que explican que hay una limitación en el estudio, ya que todas las personas que participaron ya tenían problemas cardiovasculares previos, por lo que sería necesario que se comprobasen sus efectos también en personas sanas.
“Pese a la creciente incorporación de los edulcorantes artificiales a la cadena alimentaria, los riesgos cardiovasculares raramente han sido investigados”, explican. Hazen comenta que “es importante que se realicen más estudios de seguridad para examinar los efectos a largo plazo de los edulcorantes artificiales en general, y del eritritol en particular, sobre los riesgos de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular, particularmente en personas con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular”.