Ir al supermercado y pasar por la charcutería para llevarnos algo de embutido fresco a casa es prácticamente una tradición. Muchos de esos embutidos que vemos en las neveras y que nos llevamos a casa sabemos que no son tan sanos como nos gustaría, pero con un consumo moderado de ellos podemos proteger y cuidar nuestro organismo. Ahora que se ha creado la etiqueta nutricional Nutriscore puede que tengamos más cuidado con lo que metemos en la cesta de la compra, aunque tiene truco. Pero volviendo al embutido, ¿cuál es el que no tendría que estar presente en nuestra nevera?
Este etiquetado permite clasificar en una escala de entre productos saludables (A) a poco recomendables (E) los productos procesados, pero ojo, que ya te comentábamos que este sistema tiene su truco, pues la comparación se realiza con los alimentos de una misma familia, es decir, la lista de los embutidos es independiente a la de, por ejemplo, los yogures. Ahora bien, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerda que este sistema se realiza en alimentos procesados, por lo que si un producto tiene la A no significa que tengamos vía libre para consumirlo sin control alguno.
Los embutidos se han convertido en parte de la polémica de esta clasificación por un motivo: el jamón ibérico, que no tiene la valoración positiva que se podría esperar de uno de los productos estrella de la gastronomía española. Al ser considerado un embutido por Nutriscore entra dentro de los procesados, además de clasificarlo con la carne procesada junto a la carne en lata, ahumados o las salchichas Frankfurt, alimentos de los que se debe moderar la frecuencia de su consumo y también la cantidad que se toma.
Pero si el jamón ibérico no es, por lo menos para Nutriscore, un alimento saludable, ¿qué hay del resto de embutidos que encontramos en el supermercado cada vez que vamos a la compra? La OCU ha realizado un estudio para ver qué embutidos tienen la mejor clasificación y cuáles la peor, y hay sorpresas. Volviendo al jamón ibérico, tanto este como el jamón serrano se encuentran entre la D y la E, la peor valoración junto a otros embutidos como el chorizo ibérico, el salami o el lomo. Esto se debe a su alto contenido en grasas saturadas y en sal, por lo que según los parámetros de Nutriscore habría que consumirlo con poca frecuencia.
En cambio, ningún embutido ha conseguido obtener la A que los coloca como productos saludables, y solo dos consiguen la B, tanto el jamón cocido como la pechuga de pavo, mientras que algunos como el chorizo, el salchichón o la longaniza son los menos aconsejables. Esto no quiere decir que tengamos que eliminarlos de raíz de nuestra despensa, pues Nutriscore nos permite saber dentro de una familia de alimentos procesados cuáles se aconseja consumir con más frecuencia y de cuáles es mejor no abusar en exceso.