¿Qué tendrá de especial el pan que a los españoles tanto nos chifla? En un bocadillo, en una tostada, para empujar la comida en el plato o a palo seco para matar el hambre. Sin darnos cuenta, quizás por costumbre, abusamos del pan más de la cuenta.
Al día deberíamos tomar tan solo un par de raciones pequeñas. Lo confirma un estudio publicado en BMC Public Health, que demuestra que la ingesta de una cantidad mayor a dos raciones de pan está relacionada con el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad.
En 2019, entró en vigor una norma para mejorar la calidad de este producto, que se hace tan imprescindible en nuestra dieta diaria. En ese proceso de mejora ya se ha eliminado o reducido algún ingrediente. Ahora, le toca el turno a otro que permanece oculto y que, sin embargo, impacta de manera peligrosa en nuestra salud. En el vídeo de la parte superior, te contamos cómo influirá en su sabor.
Del pan se ha dicho de todo: que engorda más la corteza que la miga, que no puede formar parte de una dieta para adelgazar o que si es congelado es un mal pan. En estos casos, se tratan de mitos que deberíamos empezar a desterrar. Ni todo es tan bueno, ni tan malo; mejor en su justa medida.