Hace ya más de una semana desde que comenzó la invasión rusa en Ucrania, una contienda que acapara prácticamente la totalidad de la actualidad debido a los constantes ataques rusos, la defensiva ucraniana, las sanciones del resto de países a Vladimir Putin o el éxodo que se está produciendo en la población ucraniana a las fronteras con Europa, principalmente con Polonia o Rumanía. La población de a pie se ha solidarizado con movimientos y recolectas para los ucranianos que se quedan en el país, principalmente hombres de entre 18 y 60 años, a los que se les impide salir del territorio para luchar en el frente de batalla. En las recolectas ha llamado la atención una petición: el chocolate negro.
Entre las peticiones de material prioritario, como productos sanitarios (vendajes, medicamentos, etc.), de higiene personal, linternas, depósitos para agua potable o conservas, destaca en la lista el chocolate negro. Es algo que podemos encontrar en cualquier supermercado y que, pese a ser un dulce, no es tan demandado como el chocolate con leche, pero que se pida para los ucranianos tiene una explicación lógica.
Actualmente Ucrania se encuentra paralizada, solo hay que ver las imágenes de los corresponsales que nos acercan el conflicto a través de la televisión y otros medios de comunicación. Por tanto, la ayuda humanitaria es ahora clave debido a que para la población y los combatientes es complicado acceder a ciertos suministros o alimentos en este momento, siendo el chocolate negro un producto que cobra importancia.
Este alimento da energía y es estimulante, por eso lo piden, porque puede ayudar a mantenerse activos a los soldados que combaten la invasión rusa por todo el país. Además, es un producto que puede fundirse para hacer chocolate caliente y mantener la temperatura corporal en un momento en el que las temperaturas son muy bajas, incluso con cifras bajo cero en algunas zonas tras las últimas nevadas, o ayudar a calmar a la población ante los nervios y la desolación pro la situación que están viviendo en primera persona.
Así, no solo es un alimento que ayuda a mantener con energía y en calor a los soldados, también a toda esa población que ahora misma se desplaza durante largas y frías jornadas hasta la frontera para abandonar su país durante la guerra. Un producto tan normal en el supermercado que, inesperadamente, se ha vuelto imprescindible para la población ucraniana.