Juanes, de 51 años, está imparable. Sevilla, Barcelona, Zaragoza, París, Ámsterdam… Cada día una ciudad para presentar 'Vida cotidiana', su disco más maduro en armonía musical y letras. Hace unos años, la presión le habría impedido seguir este ritmo. El cantante colombiano ha narrado que en algún momento sintió demasiada presión por hacer lo que tocaba y que alguna mala influencia acentúo su propia confusión. "Era muy tímido, entonces me daba miedo escénico y empecé a usar la bebida como recurso para superarlo. Vivir en ese círculo de giras, conciertos, after parties y todo lo demás me llevó a apegarme mucho a la bebida". Con esa timidez, saberse rodeado de tanta gente le generaba una angustia en la que podrían reconocerse la gran mayoría de los artistas.
José Antonio Montero, psicólogo de las artes escénicas y audiovisuales, trabaja desde hace años con artistas profesionales, amateurs, famosos y no tan conocidos, y asegura que la ansiedad escénica es una de las demandas que más trata en consulta. "Es un problema común en diferentes disciplinas: cine, teatro, danza, música o cualquier otra modalidad artística". Dice que el origen está en la triple responsabilidad que asume el intérprete. "Primero, con uno mismo, lo que le lleva a la autoexigencia. En segundo lugar, con el autor de la obra. Por último, con un público que cada vez está mejor formado y es más exigente".
Sobre esta base, el psicólogo asegura que hay factores que propician un caldo de cultivo para que aparezca la ansiedad escénica. "Por ejemplo, la adrenalina descontrolada, la fatiga propia de los ensayos o las horas interminables de grabación y de los rodajes, la presión de los fans o la inseguridad financiera, puesto que el mundo del espectáculo es muy volátil", dice Montero.
Al trabajar con ellos, observa que existe un rango de ansiedad que está muy marcado en su personalidad. Muchos artistas tienen un profundo temor a una evaluación social negativa. A menudo les influye el concepto que han ido definiendo de sí mismos a partir de sus vivencias personales y profesionales. "Aquellos que consiguen una relación entre el esfuerzo y el éxito tendrán mejor control sobre el escenario. Quienes han sufrido más fracaso a pesar del esfuerzo se mostrarán más vulnerables", explica. Después de 35 años de carrera, Juanes hoy sube al escenario de otra manera y disfruta del triunfo como algo que tiene que ver con la realización personal y los sueños cumplidos.
Montero no pasa por alto el altísimo nivel de exigencia que suelen tener estos profesionales. "Roza un perfeccionismo muy difícil de alcanzar. Por eso, su búsqueda acaba siendo un predictor seguro de ansiedad escénica. Gastan mucha energía en autoevaluarse y generalmente va acompañada de frustración". Pastora Soler declaró que, cuando creía superado el miedo escénico, reapareció un 8 de marzo, en Málaga. "Ante un público al que le debo tanto y en una tierra que siento mía, me fallaron las fuerzas de nuevo afectando esta vez incluso a mi garganta", escribió en un comunicado.
Algo similar le ocurrió a Joaquín Sabina en 2014, cuando volvía al escenario de Madrid después de cinco años de ausencia. Celebraba los 15 años de su éxito '19 días y 500 noches' y, después de 40 minutos, sufrió lo que él llamo "un Pastora Soler", es decir un episodio de ansiedad escénica que le obligó a retirarse. El cantante reconoció que el detonante pudo estar en ese "exceso de ganas de estar bien delante de mi gente" que observa Montero en consulta.
El psicólogo destaca también la vergüenza como otro de los desencadenantes de la ansiedad escénica. "En un concierto, un programa de televisión en directo o una función de teatro, no existe vuelta atrás y los errores se van acumulando en el cerebro generando aún más tensión en las siguientes actuaciones". Adele recurrió a la hipnosis para poder actuar en la gala de los Oscar de 2013 sin el miedo de sufrir pánico escénico.
Los síntomas de la ansiedad escénica son inequívocos. "A nivel físico -detalla Montero-, el artista suda, le tiemblan las manos y la voz y siente sequedad en la boca, náuseas y vómitos, taquicardia y la impresión de que el corazón se le sale del pecho". Desde el punto de vista conductual o comportamental, hay un deseo de evitar, escapar, terminar cuanto antes. A veces lo hace, poniendo alguna excusa. Es el caso de Axl Rose, cantante de Guns N’ Roses. Su ansiedad escénica retrasa los conicertos y estuvo a punto echar por tierra la gira de 1988. No son pocos los artistas que terminan consumiendo drogas para enfrentarse al público.
También a nivel cognitivo, la ansiedad escénica tiene un precio. "El intérprete olvida un guion, la letra de una canción o un paso de danza", indica Montero. Salma Hayek tenía 18 año cuando en la inauguración del cuento 'Aladin', en el que debía interpretar a Jasmine, se quedó completamente muda al abrirse el telón. "Estaba tan asustada que se habían borrado de mi mente todas las frases con las que arrancaba el espectáculo. Tras quedarme unos minutos petrificada, abandoné el escenario y eché a correr". Desde entonces no volvió a hacer teatro. Muchos saben cómo solventarlo, casi siempre mediante improvisación, pero hacen falta muchas tablas y recursos psicológico.
Hugh Grant, Antonio Orozco o Alejandro Sanz. Son solo algunos de los artistas conocidos que han padecido este trastorno en el momento más inoportuno. Pero la gran mayoría son músicos anónimos que tienen que lidiar con ello. Una tesis elaborada por el profesor y pianista José Ballester reveló que uno de cada tres músicos sufre ansiedad escénica y uno de cada cinco alumnos termina abandonando sus estudios por esta causa. Decidió indagar qué estaba pasando al observar el deterioro interpretativo de algunos de sus alumnos al actuar en público, frustrante para ellos e inexplicable teniendo en cuenta la cantidad de horas que intervienen en su preparación.
Otro estudio en la Universidad de Westminster concluyó que el 90 % de los músicos, tanto estudiantes como grandes profesionales, sufren ansiedad escénica en un concierto, una audición, un examen o en cualquier otro contexto evaluable. En su conclusión resaltó la importancia para un músico de saber gestionar la ansiedad escénica.
Aunque no existe una terapia universalmente válida, Montero menciona diferentes terapias efectivas que se aplican dependiendo de la personalidad del artista y de los elementos que provocan esa ansiedad escénica. "La reestructuración cognitiva ayuda a identificar, enfrentar y corregir patrones de pensamientos negativos y el diálogo interior. Trabajamos también el origen del miedo y lo externalizamos para saber gestionarlo. Otra técnica muy útil es la exposición gradual, enfrentando progresivamente la situación de produce ansiedad". Superarlo requiere un proceso, pero con ayuda profesional, el artista acaba sintiéndose más seguro y confiado. Recientemente, Juanes encontró impulso para hablar con firmeza de todo ello: "Sentirme vulnerable me hace más fuerte. Poder hablar de mis problemas y mis inseguridades abiertamente no me hace cobarde ni un débil. Por el contrario, me ayuda a sanar desde el alma y ser más humano".