El psicólogo británico Frederic Bartlett dijo en 1932 que los recuerdos no son simples réplicas literales de la realidad, sino el tejido de narrativas que evolucionan y se simplifican con el paso del tiempo. A veces se distorsionan tanto que recordamos cosas que realmente no han sucedido. ¿No te has sorprendido alguna vez encontrando en el bolsillo las llaves que estabas seguro que habías dejado en un cenicero al entrar en casa? ¿Y nunca te has quedado descolocado al escuchar a tu pareja contar algo que habéis vivido juntos de una manera muy distinta a como tú la recuerdas? Se trata de falsos recuerdos y es algo que ocurre frecuentemente, incluso sin darnos cuenta.
"Todo el mundo tiene recuerdos falsos todo el tiempo, incluso si crees que tienes la mejor memoria del mundo", asegura Julia Shaw, psicóloga del University College de Londres, según explicó en la BBC. La mayoría de los casos son inocuos y benignos. Normalmente, cuando estos ocurren recordamos algo o creemos que hemos vivido algo que no tiene que ver con lo que nos ha ocurrido realmente. Solo cuando los recuerdos se alteren más de lo normal y de forma constante debería consultarse con un profesional de la salud.
Shaw se refiere particularmente a la memoria autobiográfica, la que tiene que ver con "los recuerdos de nuestras vidas que a menudo vienen acompañados de un pie de página llamado componentes multisensoriales: recordar cómo se sentía algo, a qué sabía, cómo se veía, cómo sonaba... con emociones involucradas". "Esos (recuerdos) son mucho más complejos que (recordar) un suceso", explicó Shaw.
Efectivamente, al revivir una experiencia propia se necesita conectar todas las partes del cerebro responsables de las diferentes sensaciones, formando una red de neuronas grande e intrincada. La memoria no reproduce solo una experiencia, sino que la reconstruye a través de una compleja mezcla de ingredientes que abarcan tanto sucesos reales como las interpretaciones personales de esos hechos. Por tanto, los recuerdos no son el registro exacto del pasado que nos gustaría pensar que son.
La forma en que recordamos es irremediablemente defectuosa, pero el hecho de que nunca podamos estar seguros de si lo que recordamos es cierto no debe preocuparnos, según la experta. "En última instancia, nuestros cerebros no están ahí simplemente para registrar el pasado de manera perfecta y confiable. Están ahí para navegar por el presente y pensar en el futuro", explica.
"El cerebro es esta cosa maravillosa y creativa, excelente para resolver problemas, que nos permite ser inteligentes, recombinar creativamente piezas de información que hemos recogido en el pasado y juntarlas de una manera que nunca antes habíamos hecho para crear una nueva historia, una nueva solución, una nueva idea. Para eso está optimizado y, por lo tanto, cosas como los falsos recuerdos son un subproducto de esa increíble capacidad de inteligencia", se explaya.
Shaw describe los recuerdos como figuras de arcilla sin secar: "cada vez que vuelves a tomar una pieza, la remodelas y potencialmente haces una muy diferente a la que tenías". Quitamos y ponemos partes, porque olvidamos cosas o porque tomamos prestados recuerdos de otras fuentes: "Lo intrigante de los recuerdos es que no tenemos acceso a la versión original, sólo a la que hicimos la última vez".
Al final, la naturaleza creativa y reconstructiva de la memoria desempeña un papel fundamental al ayudarnos a interpretar el mundo que nos rodea, unificar nuestras experiencias y mantenernos actualizados en un entorno en constante cambio. Sin embargo, todo ello no implica que debamos pasar por alto el hecho de que nuestros recuerdos son potencialmente frágiles, maleables y susceptibles de ser distorsionados por muchos factores.