Doctor en biología, monje budista y hasta intérprete de francés del Dalái Lama. Así es el considerado hombre más feliz del mundo, Matthieu Ricard, desde que hace años un grupo de científicos estudiase su cerebro y quedasen totalmente fascinados con el nivel de felicidad que era capaz de alcanzar. Su labor humanitaria ha hecho que en Francia, su país natal le otorguen la Orden Nacional del Mérito y en este último año ha publicado sus memorias.
Fue en la década de los 2000 cuando le conectaron más de 250 sensores en el cráneo para detectar los niveles de estrés o de enfado. Sin embargo, encontraron un alto nivel de actividad en la corteza prefrontal izquierda del cerebro, que se asocia a las emociones positivas. Los resultados eran claros, el monje alcanzó un -0’45 cuando el nivel más alto establecido de felicidad es de -0’3 y el de infelicidad de 0’3, sobrepasando un límite que ningún otro humano había alcanzado nunca.
El monje ha reflexionado a lo largo de estos años en sus propios trabajos sobre que le ha llevado a tener tanta felicidad y que nos impide, como humanos, ser felices en plenitud. En su opinión, tanto el altruismo como la compasión son dos factores clave para poder llegar a ella, pues la felicidad egoísta, según su criterio, no va a funcionar.
“La felicidad es la eliminación de toxinas mentales como el odio y la obsesión, que envenenan literalmente la mente. Para ello, es preciso aprender a conocer mejor cómo funciona esta y a tener una percepción más cabal de la realidad”, relataba en su libro ‘En defensa de la felicidad’.
En una reciente entrevista con The New York Times contaba que disfruta “de cada momento de la vida, pero hay momentos de extrema tristeza, especialmente cuando ves tanto sufrimiento. Esto debería encender tu compasión, y si lo hace, te dirigen a una forma de ser más fuerte, saludable y significativa. Eso es lo que yo llamo felicidad. No es estar todo el día saltando de alegría”.
En la entrevista también cuenta como le suelen preguntar por los tres secretos de la felicidad, y su respuesta es clara: “primero, no hay ningún secreto. En segundo lugar, no hay solo tres puntos y, tercero, lleva toda una vida conseguirla, pero es lo más valioso que puedes hacer”.