Cuando mantenemos una conversación con alguien hay tres factores que influyen decisivamente en la calidad de la transmisión de la información durante esa interacción. En primer lugar, está el mensaje, el contenido, pero en comunicación no es tan importante el qué sino el cómo se dice. Por eso hay que tener en cuenta el lenguaje corporal, que nos permite comprobar si estamos llegando a nuestro interlocutor, y el lenguaje paraverbal, es decir, todo lo que rodea al verbal: el tono de voz, las pausas, el énfasis o la fluidez a la hora de comunicar.
Cuando estamos en una conversación telefónica este último factor es el que nos ayudará a analizar cómo está marchando esa comunicación, porque mediante este canal no podemos contar con los detalles del lenguaje corporal que nos podría aportar la imagen. La experta en Sinergología y especialista en comunicación no verbal Eva García Ruiz nos explica en una nueva entrega de 'Todo lo que dices(sin darte cuenta)' en qué debemos fijarnos cuando tenemos a alguien al otro lado de la línea.
La voz y el lenguaje paraverbal que usa nuestro interlocutor en una llamada telefónica es esencial para adivinar cuál es su actitud o predisposición personal. Que esa actitud sea positiva o negativa afectará directamente a la eficacia de la conversación que podamos mantener con esa persona. En ese sentido, hay varios detalles a los que debemos prestar atención.
Por una parte, las variaciones en el tono de voz van a darnos mucha información sobre el estado de ánimo de la otra persona. El tono va a variar según lo tensos que estemos. Si los músculos se tensan, las cuerdas vocales también lo hacen, afectando al tono, que en general se hace más agudo. Cuando la emoción que experimenta alguien no es positiva se va a traducir en la forma en que se proyecta la voz, más entrecortada, brusca, con más pausas, o con finales que se interrumpen de manera inesperada.
Lo mismo ocurre con la respiración de nuestro interlocutor. Cuando podemos oírla claramente es porque se acorta, y eso significa que hay contracción muscular. Las frases no fluyen de una melódica y las inhalaciones están mucho más marcadas.
A la hora de evaluar la calidad de esa conversación telefónica también hay que tener en cuenta los factores externos. Por ejemplo, si una persona tiene sobrepeso le costará más respirar, o si viene de subir unas escaleras subiendo su respiración también será más agitada. Por eso el análisis de la comunicación debe hacerse sin que estén de por medio esos factores externos que puedan estar afectando a su corporalidad.
Por supuesto, la comunicación es más fácil de interpretar si tenemos a la persona en frente de nosotros. Solo así podremos fijarnos en todas esas expresiones corporales y gestualizaciones que todos emitimos de manera involuntaria y que revelan nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos.
Nuestro interlocutor nos va a transmitir mucha información relevante para saber si está escuchándonos o si está cómodo en una conversación simplemente fijándonos en su lenguaje corporal, y sin necesidad de que seamos expertos en la materia. Por ejemplo, si hacen el gesto de quitarse una pelusilla de la ropa mientras le estamos hablando es señal de falta de interés por su parte. Y si su párpado inferior desciende, dejando visible la parte blanca del ojo, es síntoma de malestar.