El síndrome de 'lo dejo todo': "Huí por un arrebato, pero no fue la mejor decisión"

  • El estrés nos impulsa a tomar caminos que nos pueden sanar o, al contrario, conducirnos a un abismo peor

  • Humberto, periodista, nos relata su particular viaje de ida y vuelta

  • ¿Y si estuviésemos romantizando la idea de abandonar nuestra vida actual para encontrarnos?

Humberto visitó por primera vez Basilea en 1995. Es periodista y le enviaron a cubrir un viaje patrocinado por una empresa farmacéutica. Tenía 28 años y le fascinó la ciudad. "Me gustó todo. Su vitalidad, su arquitectura, su gente, su casco antiguo…", nos cuenta. Volvió doce años después, en 2007, esta vez con su pareja y sus hijas mellizas, de 13 años. La impresión fue la misma. En 2023, en plena crisis matrimonial y profesional, Humberto dio un golpe sobre la mesa. "Mis obligaciones familiares ya no eran las mismas, tanto en lo económico como en lo emocional, y la agencia de comunicación que monté hace diez años no me daba demasiadas alegrías, por lo que eché el cierre y aproveché las vacaciones para regresar a Basilea. Nunca se me fue de la mente esta idea. Mi mujer, de la que me acabé separando, solo me puso como condición que le dejase a los dos perros".

Respiró hondo y soltó todo

Cuando llegó a Suiza dice que se sintió como quien después de un día intensísimo llega a casa, se quita los zapatos y, con ropa y todo, cae sobre la cama. "Me sentía cansadísimo, pero liberado. Pasé un par de días sin salir del hotel en el que me había alojado. Lo necesitaba. No sabía qué iba a hacer, pero antes necesitaba respirar hondo y soltar todo lo que arrastraba", explica.

Pasados tres días, volvió a conectar el móvil y salió a la calle. Reconoce que fueron días muy sanadores, pero tenía que volver a la realidad. Un par de amigos madrileños le ayudaron a buscar casa y a moverse por la ciudad. "Alquilé un pequeño apartamento muy céntrico que me hacía sentir muy extraño. Había vivido siempre en una urbanización en las afueras de Madrid muy silenciosa, sin más ruido que los pájaros por la mañana. Había mucho bullicio a todas horas, pero me reconfortaba sentirme anónimo".

Humberto es hijo de españoles que emigraron a Alemania para después regresar, por lo que el idioma no le resulta desconocido. Sin embargo, no fue suficiente para ejercer el periodismo, tal y como había pensado, por lo que puso en marcha su plan B: escribir un thriller. "Tenía toda la paz que necesitaba y unos ahorros para arrancar mi aventura suiza. Cuatro meses después, descubrí, con bastante decepción conmigo mismo, que el oficio de escritor es más complicado de lo que yo pensaba. La frustración me hizo reflexionar mucho. Necesitaba poner en orden muchas cosas, pero la huida no fue la forma más eficaz de hacerlo. Quizá tenemos demasiado romantizada la idea de dejarlo todo y empezar de cero".

Muy común a la vuelta de vacaciones

Los psicólogos lo conocen como el síndrome de 'lo dejo todo' y, en muchas ocasiones, ocurre en forma de arrebato tras una crisis laboral, matrimonial o personal. Víctor Navalón, psiquiatra del Hospital Vithas Aguas Vivas, añade que se da también a la vuelta de las vacaciones, ante la idea de tener que "volver a adaptarse a la rutina, a la vida real, al despertador, reuniones de trabajo, atascos y dejar aparentemente de lado los placeres realizados durante los meses de vacaciones", que es cuando nos podemos permitir aclarar "lo que verdaderamente sentimos y queremos".

Ese malestar puede ser la señal de que algo falla en nuestra forma de vida. "Por eso, es necesario un viaje al interior, hacia esas capas profundas para intentar localizarlo y renovarse. Un viaje de autenticidad hacia nosotros mismos". Es lo que ha terminado haciendo Humberto, una vez que ha vivido su particular sueño suizo. Ha retomado su vida, pero introduciendo algunos cambios. Ha entendido que el trabajo ya no le quema y tiene la fortuna de dedicarse a la comunicación, que es lo que siempre le motivó y le gustó. "Entre esos cambios está el permitirme dar rienda suelta a mi creatividad, para no sentirse tan atrapado en la rutina. He recuperado viejas amistades que compensan ese vacío emocional en el que me vi tras la separación. Es muy bonito salir a explorar, pero puede ser que lo que encuentras es peor que lo que dejas atrás", advierte.

El cerebro humano está diseñado para ello

Como respuesta al estrés, el cerebro humano lucha o huye. Mauricio Barrientos, investigador de la Universidad Santiago de Chile, ha liderado un estudio que analiza el impacto de nuestra reacción a eventos estresantes: "Los altos niveles de estrés pueden ser perjudiciales para la memoria de trabajo, la atención y la toma de decisiones". También a nivel fisiológico, el estrés conduce a una cascada de producción de neuromoduladores, "todo lo cual impacta las funciones cerebrales, con una liberación de catecolaminas (noradrenalina, dopamina y luego adrenalina) y una respuesta de cortisol. Estos cambios endocrinos preparan al cuerpo para la lucha o huida".

La más arriesgada es esta última y también la más común para aliviar, al menos superficialmente, la presión por estrés o encontrar una vía de escape cuando la vida se pone difícil. Está en nuestro instinto de supervivencia y puede ser saludable, como escribió el periodista John Tierney en su libor 'Fuerza de voluntad'. En su opinión, el autocontrol mantenido en el tiempo puede llevarnos a la destrucción. Humberto cree que no encontró mejor solución, aunque le resulta incómodo reconocer que no le salió del todo bien.