Se ha convertido en uno de los más valorados y jugados de los últimos años. Ha sido también uno de los que más premios ha conseguido desde su lanzamiento, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Nació en Francia en 2008, pero el verdadero boom se ha notado en los últimos dos años. Es la revolución de los juegos de mesa y es que va más allá de tirar un dado y mover ficha en un tablero. Dixit es arte, pero también psicología. Te contamos en qué consiste el juego y cómo puede ayudarte en la comunicación con tus hijos.
La baraja la forman 84 cartas con dibujos elaborados por diseñadores de todo el mundo y pueden jugar entre tres y seis personas, cada uno con seis cartas. El objetivo del juego es lograr que, con una palabra, frase, título de canción, nombre o narración, el resto de persones adivinen tu carta. En cada ronda, una persona es el ‘cuentacuentos’ y coloca su carta boca abajo en la mesa. El resto, deberá buscar entre las que tiene en la mano, la que más corresponda con la descripción que se ha dado. Ellos también las colocarán sobre la mesa boca abajo, se mezclarán y, a partir de ahí, comienza el juego.
Lo que debe conseguir el cuentacuentos es que la mayor parte de los jugadores adivinen cuál es su carta, sin embargo, no todos, ya que significará que era demasiado obvio y no ganará puntos. Después de cada ronda se suman los puntos y se avanza en el tablero. La manera de contar los puntos parece un poco liosa, pero te la resumimos en tres puntos clave:
- Si todos los jugadores aciertan la carta del cuentacuentos, todos consiguen dos puntos, menos el relator
- Si tu carta ha sido la más votada, ganas un punto
- Cada persona que acierte la carta del cuentacuentos también obtiene un punto más.
La psicóloga Maria Jesús Campos ha sido una de las pioneras en utilizar este juego para hablar con niños y adolescentes sobre las emociones. "No hay grandes cambios, es mucho más sencillo. El cambio real se muestra en el momento 'cuentacuentos'. Es decir, aquí cambia la instrucción, indicando que la palabra o frase debe ser una emoción", explica la especialista.
Lo ideal es que el cuentacuentos (o padre, en este caso) diga una emoción relacionada con la carta, como puede ser el orgullo. Con esta adaptación "se trabaja y amplía el vocabulario emocional, favorece la interpretación emocional según imágenes, ayuda a la expresión de emociones y contribuye al diálogo y análisis emocional".
Al final de cada ronda, la psicóloga recomienda "dejar unos minutos de reflexión y explicación de las cartas seleccionadas por cada persona. Esto permite incidir en la importancia de que cada persona experimentamos diferentes emociones y varía en la gestión de estas ante una misma situación. Así como, una emoción puede darse en momentos muy dispares y con diferente intensidad".