El 37% de los mayores de 60 años ha tenido que ayudar a sus hijos durante el último año a hacer frente a gastos cotidianos como llenar el carro de la compra o pagar la luz, según un estudio auspiciado por la Fundación BBVA. Además, solo el 36% de los menores de 35 años es propietario de una casa, frente al 70% de hace 20 años, según otro informe de la Fundación Afi Emilio Ontiveros. Ambos ponen de manifiesto el papel cada vez más importante que representan los padres en el apoyo de los hijos adultos. Como cada semana en 'MoneyTalks', Javier Ruiz nos ilustra con números el drama de las generaciones más jóvenes.
Lo que tenemos es una generación estafada, que ha cumplido con todo lo que se le dijo, que ha estudiado y se ha preparado, pero cuando ha llegado al mercado laboral se ha encontrado con unos salarios indignos. Y hay otra generación que está haciendo de soporte porque tiene dos cosas de las que carecen los jóvenes: una vivienda y una pensión. Y ambas se están revalorizando, cosa que no ocurre con los sueldos. El resultado es que las redes de seguridad del estado vuelven a ser domésticas.
El drama aquí es que los hijos de estos padres no están en desempleo o en la pobreza factual. Tienen trabajo pero sus salarios no llegan. El problema es que con 35 años el niño no cobra lo suficiente y los padres tienen que destinar una parte de la pensión a complementar su nómina. Así, tenemos dos Españas generacionales: la que tuvo, vivió y conserva ciertas coberturas sociales, y la que no las tiene, no las consigue y ni siquiera puede aspirar a ellas.
La tesis que defienden algunos de que las nuevas generaciones no se comprometen o no les gusta trabajar es más que discutible. Los jóvenes tienen que dedicar ahora casi cinco o seis años más a comprar una vivienda de lo que dedicaban sus padres. Ellos podían adquirir una vivienda destinando a ella entre seis y once salarios anuales. Hoy son necesarios entre quince y veinte salarios, unos salarios que, por otra parte, llevan veinte años estancados.
Tampoco hay capacidad de ahorro, no puede haberla cuando cada vez que hay un pequeño repunte se produce un nuevo bofetón. Los jóvenes no son solo una generación estafada, también son una generación desafortunada, que han encadenado la crisis del 2008, la pandemia del covid y ahora la inflación.
¿Habría entonces que dejar de proteger a los mayores para proteger a los jóvenes? Se preguntan algunos. Pero la solución no puede pasar por penalizar a los pensionistas. La única solución es ver cómo mejorar la formación, la integración laboral y, sobre todo, los salarios de los jóvenes. Si no hacemos esto, lo vamos a pagar en términos económicos y políticos. Si quieres saber más, sobre otras cuestiones como los hábitos actuales en las herencias en vida y las distintas opiniones sobre el impuesto de sucesiones, puedes ver la charla completa con Javier Ruiz.