El precio de la vivienda en España en 2023 ha seguido disparado. En cualquiera de sus comunidades autónomas ha sido más caro comprar piso este año que el anterior. Especialmente desbocados han estado los precios en el norte del país, las costas y las islas. Tenemos un serio problema residencial que afecta nos afecta no solo a nosotros, sino a toda Europa. En una entrega más de 'MoneyTalks', Javier Ruiz vuelve a examinar las particularidades del mercado inmobiliario y los motivos por los que la escalada de precios no parece tener fin.
El problema de la vivienda es a nivel europeo, aunque en España no está siendo tan exacerbado como en otros países debido a que los bancos aprendieron la lección de la anterior crisis inmobiliaria y ahora son extremadamente cuidadosos a la hora de conceder crédito. Esa tacañería, o prudencia, de la banca impide que tengamos una nueva burbuja, pero no evita que la situación sea prohibitiva, especialmente para la juventud.
Los menores de 35 años se quedan fuera de este mercado y eso implica un efecto pobreza, de modo que se está abriendo una brecha de desigualdad generacional. La juventud se nos descuelga y este es un fenómeno que está ocurriendo en toda Europa, aunque allí está habiendo políticas de acceso a la juventud más contundentes y se está construyendo vivienda social, al contrario que aquí, donde somos el ridículo de Europa.
El Gobierno ha prometido devolvernos a tasas de creación de vivienda social que no van a llegar a la que vivieron nuestros padres en los años 70 y 80, cuando se construían 100.000 al año. En el último año se han construido poco más de 1.000 viviendas. Cuando dejas de pelear en una bicicleta durante 40 años por supuesto que la bicicleta se cae, por mucha inercia que traigas. Hemos descuidado gravemente el parque de vivienda.
Pese a la racanería de los bancos para conceder crédito y los altos tipos de interés, el precio de la vivienda sigue sin darse un respiro. Esto se debe en gran medida a que el mercado atrae a cada vez más inversión de capital extranjero. Los compradores foráneos protagonizan ya el 30% de las operaciones inmobiliarias en nuestro país. A pesar de todo, España sigue siendo el paraíso del ladrillo, con especial interés en la costa mediterránea y el archipiélago canario. El problema es que las familias no pueden competir con este capital extranjero y se queda sin acceso a esa vivienda.