España es el cuarto país de la UE con más inflación en la cesta de la compra. Concretamente, ir al supermercado en febrero era un 5,3% más caro que en el mismo mes de 2023, mientras que en la eurozona la subida de precios apenas alcanzaba el 2,6%. Los supermercados no quieren ser señalados como culpables y por eso aprietan a sus proveedores, como hizo a principios de año Carrefour retirando los productos de PepsiCo, pero ¿quién sube el precio de los alimentos? ¿dónde está esa subida de márgenes? Javier Ruiz, en una de sus charlas en 'MoneyTalks', asumía que es imposible saber quién se lo está embolsando.
Lo que sí sabemos es que desde que el producto sale del campo y llega a la estantería los márgenes se multiplican hasta por 14. Hace dos años se prometió la creación de un Observatorio de márgenes de beneficio que, a día de hoy, sigue sin ser una realidad. En España tenemos un problema de opacidad privada y de absoluta vagancia pública.
Los últimos datos confirman que una moderación de las subidas de precios en la cesta de la compra no significa que bajen. Estamos viendo que la inflación es adhesiva, es decir, se queda pegada, y los antiguos precios ya no vuelven. Ante ese situación, lo consumidores recurren más a las marcas blancas, aquellas que poseen algunos supermercados, porque son más baratas.
El auge de estas marcas es tal que en 2022 ya suponían el 41% de lo que facturaban los supermercados. Y en 2023 subió al 44%. Es decir, prácticamente uno de cada dos euros que factura es marca blanca. La cuota es tan brutal que España ya está en el segundo puesto de venta de marcas blancas en la UE, solo por detrás de Países Bajos.
Este crecimiento de las marcas blancas también tiene sus peligros. Pongamos el ejemplo de los copos de avena. Si en vez de cinco marcas tienes a dos supermercados controlando todo este mercado, lo que se produce es un cuello de botella, habrá menos competición, menos capacidad de negociación y menos beneficio para el consumidor. Lo que termina ocurriendo es que los supermercados controlan más y ganan más con su producto.
Hay quien ya habla de marcas negras, que es cuando algunas empresas se ven forzadas a fabricar productos directamente para las marcas de los supermercados, dejando de producir para sí mismos. A corto plazo, todo esto puede ser beneficioso para el consumidor, pero a la larga puede presentar complicaciones, porque si no hay competencia tarde o temprano quien paga es el ciudadano.