Javier Ruiz, sobre la brecha salarial: “Para que una mujer gane lo mismo que un hombre tendría que trabajar 14 meses al año”

La desigualdad salarial entre hombres y mujeres en España persiste a pesar del aumento de sueldos. Es cierto que en los últimos cinco años se ha reducido, pero las mujeres siguen cobrando un 18% menos que los hombres. Como cada semana en 'MoneyTalks', Javier Ruiz explica las razones de esta brecha y apunta cuáles serían las medidas más eficaces para reducirla de forma más rápida.

Las mujeres cobran de media 5.000 euros menos al año que los hombres. En España el salario medio es de 26.900 euros, pero, redondeando, las mujeres perciben 24.300 euros de media, mientras que los hombres ganan 29.300. La explicación a esto es compleja y a la vez fácil de entender. Ella trabajan en empleos más precarios, tienen más tasas de paro, más tasas de temporalidad, más rotación y además pagan la factura del embarazo. Así que para que una mujer ganara lo mismo que un hombre tendría que trabajar 14 meses al año.

A menor cualificación del empleo, más desigualdad

En España esta brecha es mayor cuanto menor es la cualificación del empleo. Así, las regiones o autonomías que dependen más de agricultura y hostelería son las que tienen mayores diferencias salariales entre hombres y mujeres. Por otra parte, muchas de ellas trabajan en lo que algunos economistas denominan 'sector informal', una obscenidad de término que básicamente significa en B, es decir, en el hogar, en los cuidados, en la limpieza, labores que muchas veces ni siguiera tributan. Además, ellas soportan tasas de paro mucho más alta, entre 3 y y puntos más. Por no hablar de que son ellas las que aglutinan la mayor parte de los contratos a tiempo parcial.

¿Cómo estamos en comparación con los demás?

¿Y cómo estamos en comparación con los países de nuestro entorno? La buena noticia es que estamos relativamente bien situados en el ranking de desigualdad laboral. La subida del salario mínimo, que ha beneficiado sobre todo a las mujeres -una de cada cinco lo cobran-, ha empujado a España en 2024 al top-10 de la clasificación mundial de países más igualitarios entre hombres y mujeres. Eso sí, a años luz de los primeros: Islandia, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda y Suecia.

En una misma empresa no es tan habitual que las mujeres ganen menos que los hombres, pero todavía pasa. Y ese es el gran problema. Es verdad que se ha avanzado mucho en este camino y muchas empresas están aplicando ya políticas de igualdad salarial, pero en España falta transparencia. Como nadie sabe cuánto cobra un compañero, ni las tablas salariales que se manejan, esa opacidad permite perpetuar ciertas discriminaciones.

Un problema de justicia y de futuro

Cuando una mujer se ve obligada a acogerse a un contrato temporal o a renunciar a su carrera durante una serie de años, lo que tenemos es un problema de justicia -ellas no pueden ser quienes paguen en exclusiva la factura de la maternidad- y un problema de futuro. El resultado son tasas de reproducción cada vez más bajas, cada vez menos niños, que son los trabajadores del futuro. Quienes siguen perpetuando este machismo corporativo están defendiendo la quiebra de España. La igualdad no es una cuestión ideológica, es una cuestión económica, es invertir en progreso. Los números hablan más claro que algunos armarios ideológicos.

¿Qué podemos hacer?

La solución a largo plazo se llama educación. Todavía una distancia entre mujeres y hombres en ciertas carreras y niveles educativos, pero a mayor nivel educativo, menor nivel de desigualad laboral. Las mujeres que estudian más, cobran más, y a veces más que ellos.

De manera más inmediata, lo que falta es transparencia en políticas retributivas y, sobre todo, dejar de hablar tanto de igualdad y practicarla más. Esto no debería recaer sobre la heroicidad de la mujer que se atreve a denunciar, sino sobre políticas públicas, legislación e inspecciones de trabajo. Sí, hemos avanzado, pero si seguimos a este ritmo vamos a tardar 132 años más en llegar a la igualdad salarial. Así, que esto, en primer lugar, es un debate de convicción, de creérnoslo.

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